lunes, 28 de septiembre de 2015

Música... Y Algo Más



No puedo (ni quiero) negar que amo la Música, esa que me lleva donde ningún sentimiento me acerca, la que produce con sus sonidos la magia de transformarme en un ser que puede creerse el amo del universo. No puedo (ni quiero) negar que esa Música, la que me eleva sobre mi propio cuerpo, es la creación de la mente de un ser que puede llegar a desarrollar las más increíbles creaciones y que puede caer en lo ruin con la facilidad de la propia mística con la que crea.
No es nuevo, ni siquiera algo que me tome por sorpresa, saber que a lo largo de los años he ido creyendo cada vez menos en el ser humano, en ese creador y destructor de todo por igual, ese ser que se esfuerza por sentirse ajeno a lo que es en sí mismo y demuestra un desprecio total por lo que le rodea, sean hechos realizados en lo sublime de su intelecto, sean aberraciones desprendidas de la capacidad infinita que posee para llegar a lo más infame.

No soy el más adecuado para sentirme parte de la humanidad y luchar por ella, quizás porque no me siento con fuerzas para salvar a nadie sabiendo que no sé salvarme de mí mismo, pero al menos intento pasar por este mundo sin poner trabas a lo que el resto de mis congéneres quiera o desee, intentando que lo que me gusta, me hace y amo sea para mí sin imponer ni tratar de ir hacia donde nadie quiera llegar.
No soy el más adecuado porque con los años me siento cada vez más ajeno a lo que es el hombre, a lo que siente y cómo actúa, a las normas que impone para no cumplirlas... por eso mi Música me ayuda a crear ese micro mundo en el cual desarrollo lo mucho o poco que el intelecto me da, con mis sentimientos expresados a quienes (en este caso sí) me permiten amarles o tenerles como parte de lo que soy. La Música me ha llevado a discernir tanto y de tal manera, a llegar a extremos que serían impensables en la mayoría de las ocasiones, a sentirme libre en una proporción que ninguna ley escrita (que por serlo ya no libera) hubiera podido ofrecerme jamás. Pero también esa misma Música me ha enseñado que no hay dos capacidades de comprensión iguales, que no puedo intentar llegar donde otro no desea, que no soy quien para implicar a nadie en lo que siento porque los sentimientos son tan personales como lo que los provocan.

Por eso cada vez más me siento solo, unido a mí mismo y atendiendo a los pocos (seres humanos) que quieren compartir lo que me hace ser, pero sin suponer, ni pensar, ni creer que eso que a mí me lleva es lo que debería llevarles a ellos. No soy partidario de las normas, porque por esa inmundicia que el ser humano se empeña en mantener, suelen ser parte de su idea para apretar del cuello a los otros, para encadenarlos a lo que se quiere sin quererlo; no soy partidario pero no olvido que las que realmente han sido creadas por la lucidez humana cuando existía con mayor profusión que ahora, han sido necesarias para intentar que todo esto siga siendo algo por lo que luchar, para pensar que aún es posible, para disfrutar con una melodía que a través de las normas de la magia en las notas se convierte en una caricia para el alma.
Es por eso que mi Música me hace creer en lo poco que queda de los que no viven con los animales y creen que deben tratar a sus semejantes como tales, en una disculpa o un "por favor" para solicitar o hacer entender algo, en la sonrisa cuando uno parecido a ti y que anda sobre dos piernas y no sobre patas se afana en ser amable simplemente porque sí.

La involución de la especie humana es un hecho, el hombre lleva siglos siendo un lobo para el hombre, seremos los que destruyamos todo lo que hemos creado porque la capacidad de ambición en nuestra especie es infinita, no llegaremos a la gloria y sí ocuparemos un lugar destacado en la cumbre de la miseria, los mediocres dominan la tierra y seguirán llevando la batuta de su melodía... pero en lo concerniente a las melodías que me llevan a mí, esa Música es imposible prostituirla, porque es capaz de hacer llorar, reír, estremecerse, amar o pensar, mi Música y lo que conlleva me hacen seguir diciendo "buenos días" cada mañana, ceder el paso en una puerta, saludar a un desconocido que me lo cede a mí, hablar del bien y del mal y reírme con ello, amar a quien amo porque merece la pena, pensar (aún y por encima de todo) gracias a esa evolución que nos hizo únicos y que ahora nos empeñamos en destruir.



No hay comentarios:

Publicar un comentario