sábado, 15 de agosto de 2015

De Vinilos y Otras Glorias MDIV

De lo que la Música deja a cambio de casi nada, un artista tan monumental como incomprensiblemente desconocido más allá de donde es lo que requiere su talento, un genio.


Bruce Cockburn (Sunwheel Dance) 1971


En una época de intimismo y soledad en la manera de componer, el genial artista canadiense nos regala esta su tercera obra, otro trabajo para soñar despiertos y seguir creyendo que es posible a través de la Música.
La misma portada, una imagen de recogimiento y soledad en la penumbra de una habitación, ya nos va indicando lo que podemos encontrarnos en este "Sunwheel Dance", un disco que si bien puede encuadrarse por su textura dentro del Folk más auténtico y puro, tiene momentos de búsqueda en el Pop Rock y algún que otro instante donde la melodía y el ritmo se lanzan a encontrarse con lo más profundo de los legados ancestrales.
Como siempre en su carrera y especialmente en estos comienzos, la voz de Cockburn vuelve a ser el punto de encuentro con su Música y sus sentimientos, por lo que cuenta, lo que canta y cómo lo hace, con ese susurro que se te mete de manera imperceptible y que se hace parte de tu piel, de tus entrañas, de todo lo que te llega, sintiéndolo desde dentro.
Junto a esa voz única y prodigiosa para estremecer en una Música que busca lo íntimo cama base de todo lo demás, la guitarra acústica se aferra a esas manos que la hacen convertirse en un instrumento mágico y atraviesa el aire con sus notas, arpegios y recorridos interminables por el silencio (dándose el gustazo de esos pedazos de infinito instrumentales como "Sunwheel Dance") A partir de aquí los momentos en los cuales otros instrumentos se unen a la fiesta sólo engrandecen lo que llega, como el violín y el sitar de "Life Will Open" o el piano y la eléctrica ardiendo de "Its Going Down Slow".
Disco de autor, de los que miran hacia dentro y desde ahí llegan donde quieren, un precioso modo de esculpir en el espacio las notas que nos hacen sentir la magia de aquello que los sentidos traducen.
Si no estremecen los quejidos emanados de la garganta de Cockburn en "When The Sun Falls", "Dialogue With The Devil" o esa caricia que entrega en "My Lady And My Lord"... quizás pasar página sea lo más adecuado, otros ya lo hacemos cuando nos venden el humo que no lleva nada en su interior.
Hay músicos, creadores de sueños, y más allá gente que puede meterte en esos sueños con la facilidad que provoca escuchar la Música que derraman, Bruce Cockburn es uno de ellos.


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