viernes, 17 de octubre de 2014

Dreams


Dicen que soñar no cuesta nada, y realmente es así. Lo que realmente cuesta es creer que esos sueños podrán tomar forma y convertirse en algo tangible, en la realidad en la que vivimos cuando nos levantamos después de tenerlos.

Cuando vivo la Música vivo mi propio sueño, lo creo, lo dibujo, le doy forma y normalmente puedo viajar por esos mundos en los cuales soy el amo de mi propio destino y suelen durar más que los que me vienen al estar dormido u olvidarme de toda la mierda que me rodea.
Dentro de ese universo que es la Música y que me inspira para seguir viviendo hay momentos en los cuales la realidad y la ficción no saben de fronteras y puedo moverme por entre las sombras sin ser visto porque sólo lo siento yo, sea con mis viejos amigos de negro vinilo sea con esas personas que hacen que el viaje siga siendo apasionante.

Soy afortunado por conocer a otros que viven, respiran y se sumergen en la magia de la Música por el simple placer de hacerlo, porque la única obligación es amarla por lo que nos da, y cuando me muevo entre ellos de nuevo el sueño y la realidad se confunden.

He conseguido de nuevo soñar viviendo una experiencia inolvidable con seres excepcionales que transmiten eso que se llama seda cuando de sus labios surgen las palabras que cuentan historias, cuentos y leyendas de nuestra existencia con la Música, y sigo creyendo que parte de lo que soy y un pedazo de lo que siempre quiero ser se lo debo a quien aún cree que es posible, que escuchar y dejarse empapar por los sones no tiene límites ni precio, y que entregar lo que se siente con el convencimiento de que pueda ser seguido merece la pena a pesar de todo y de toda la mierda que se empeña en ahogarnos.

Nunca he estado en el Paraíso, y creo a ciencia cierta que jamás me dejarán entrar en él, pero durante horas infinitas de placer sensorial gente especial, única y maravillosa me han hecho sentir el porqué de vivir con una melodía arrancada de las entrañas en otro sueño tan real como la vida misma.

Para quienes sentimos que acariciar un vinilo es el comienzo de otro sueño cuando el diamante aterriza con deseo sobre él, que la primera nota de un tema llega a nosotros antes de que el músico lo haga sonar y que el tiempo se detiene cuando se habla de Música desde el alma y no a través de un impuesto convertido en carne, ese sentimiento de ser por encima de cualquier cosa, porque los sueños vuelven, se hacen, se recrean y en algunos espacios de pocos metros cuadrados estallan por el poder de eso que llamamos Música.



No hay comentarios:

Publicar un comentario