jueves, 1 de mayo de 2014

De Vinilos y Otras Glorias MXVI

A divertirse tocan con un grupo genuino que llevan los sonidos hasta ese lugar donde todo fluye porque la sangre lo pide.


Rising Sons (Rising Sons) 1966


Que estos tipos sabían lo que hacían es evidente, que los comienzos de muchos músicos debe ser de alguna manera el pistoletazo de salida de una carrera recordada por la huella que dejan en este Rising Sons nos encontramos con dos buenos y grandes ejemplos de lo dicho, llevados de la mano por una Música maravillosamente pura y auténtica.
Blues, R'N'B y Rock se dan de la mano en su obra homónima con una sencillez y belleza que abruma, sonidos que salen de los instrumentos y se te meten con esa facilidad que provoca lo bien hecho porque en el disco todo está muy bien hecho y eso se nota.
Un icono de la Música americana como Taj Mahal se deja la piel desarrollando las armonías que desde su garganta salen buscando el infinito, una voz preciosa y emotiva que engancha sin esfuerzo; especialista de Blues de raíces se acopla sin esfuerzo a estos sonidos eléctricos que rompen el espacio, dejando su impronta con pequeñas exhibiciones desde sus cuerdas vocales. 
Antes de convertirse en lo que fue Ry Cooder se une a la fiesta ayudando de manera tremenda a las melodías vocales y aportando su saber con la guitarra, sacando esos sonidos que casi nos dirigen a los pantanos y algodonales manejando el dobro y la mandolina de una manera única. 
Otra voz indispensable para los coros y la forma de expresión en el disco la deja Jesse Lee Kincard formando junto a los anteriores un trío de cuerdas vocales que enamora y apoyando en las guitarras.
Gary Marker en el bajo y Kevin Kelley en la batería cierran el círculo del combo marcando ritmos precisos para hacernos vibrar con la Música que destilan.
Un disco de sensaciones, viejos estilos pasados por esas guitarras eléctricas que dan un toque de "modernidad", aunque cuando las acústicas acarician la piel... armónicas quejumbrosas, el lamento del Sur hecho notas a base de jirones, una maravillosa recreación de los sonidos ancestrales traídos por un grupo que encanta por su desparpajo y el más que notable logro de unir esa Música rural con otros sonidos que buscaban ir hacia el infinito.
Un disco tan agradable de escuchar como tremendo en la calidad que atesora, para disfrutar de lo genuino realizado con clase, sabiduría y algo más.

SIDE I:  Statesboro blues;  Take a giant step;  2:10 Train;  If the river was whiskey;  11th street overcrossing;  Candy man
SIDE II:  .44 blues;  The devil's got my woman;  By and by;  Walkin' down the line;  Let the good times roll;  I got a little


2 comentarios:

  1. Lo bien que sienta escuchar música y notar que se transforma en buenas vibraciones, sube el ánimo, te diviertes, te da la energía necesaria para dejar atrás todo lo demás. La música, ¡una buena medicina!.
    Besos.

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