sábado, 24 de mayo de 2014

De Vinilos y Otras Glorias MLIII

Tan emocional como la Música que quería sentir desde su propia perspectiva, un artista que se vio reflejado en clásicos y acabó convertido (a su manera) en un clásico.


Tomita (Firebird) 1975


Virtuoso de los instrumentos electrónicos y teclados, creador de su propio universo y de esos mismos instrumentos que maneja con la precisión de un cirujano, Isao Tomita es un rara avis en el universo de los sonidos, tan espectacular como anacrónico, tan incomprensible (en su primeras obras sobre todo) como amado si eres capaz de meterte en el universo que crea y desprende desde su propia esencia.
Amante de lo clásicos, la Música clásica y todo lo que rezuma sinfonía de épocas pretéritas sus estudios fueron por ese camino y una vez convencido de su capacidad para transformar la realidad  se lanzó a tumba abierta para que esos mismos clásicos le permitieran hacer de ellos algo distinto, especial, sugerente. Su inusitado éxito con "Snowflakes Are Dancing" debieron convencerle de no estar tan equivocado y siguió con esos genios a los que llamaba para trasladar sus melodías a estos impactantes sonidos electrónicos del milenio que se avecinaba aún por llegar. 
Isao "Stravinsky" Tomita nos visita en esta ocasión de la mano del compositor del Este para deleitarse y ¿por qué no? deleitarnos viviendo de otra manera lo clásico. Extravagante y ateo musical para algunos, genial y complejo para otros, Tomita se pone la piel del autor de "Firebird" y pasa sus creaciones por 85 instrumentos (según el manuscrito impreso en la contraportada del disco) electrónicos usados por el músico nipón para dar vida a una nueva suite vivida de forma... 
La cara A del disco se la lleva en 25'33'' esa obra transformada que es un canto a la fuerza de los sentidos por comprender todo lo que les llega, y en la cara B sin un ápice de temblor en sus venas dedica el disco a otras dos debilidades, Debussy para tratar con esmero y cuidado "Prelude To The Afternoon Of A Faun" de 10'13'' exultantes y Moussorgsky con su "A Night On Bare Mountain" en sus 12'45'' de orgía para sentidos viscerales.
No hay más o visto de otra manera es una barbaridad, según gustos, emociones y sobre todo inmensidades espaciales que el cerebro pida, porque se trata de una Música para perderse en las sensaciones que se crean a partir de la nada, una nada que te envuelve y te hace suyo de una manera única.



2 comentarios:

  1. Hay que quitarse el sombrero y lo que haga falta ante esta exuberante demostración de hasta dónde se puede llegar cuando hablamos de Música.
    Por eso creo que no hay que tener miedo a los retos porque arriesgando es cuando más aprendes y este "paseo" es, sin lugar a dudas, un reto constante para mí.
    Buenas noches y felices sueños.
    Besos.

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    1. Sueño en el que uno se encuentra cuando se trata de Música de este calibre.
      Besos

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