sábado, 8 de marzo de 2014

Discos Melocotón... Para Siempre (Por Ese Otro)


Me dicen que cierra Discos Melocotón y claro, si no fuera por lo que es, o sea no ser un ser mundano de los que no viven la Música y lo que conlleva sentirla me diría a mí mismo ¿mande? pero no es el caso.
Amo la Música y lo que significa, amo los sonidos y lo que han hecho por mí y mis sentidos a lo largo de mi vida y por ende no me queda más remedio que guardar un poquito de ese amor por Discos Melocotón. Porque creo que no se cierra una tienda de Música, se cierra el Templo de la Música de este condenado país y además un referente de la calidad musical en ventas y expresión de lo que es la Música en este condenado país y lo que venga...

He tenido la suerte de vivir Discos Melocotón y quienes son en realidad el espacio que ocupa (aún es así) en la calle de la Salud, o sea Eduardo y Pablo, Pablo y Eduardo, dos personajes de cuento, de leyenda, de lo que ya no hay, dos personas, seres humanos excepcionales que han vivido la Música desde su alma y además se han atrevido a hacer que otros la vivamos así, desde lo más profundo de nuestras entrañas.

A pesar del tiempo que se me escapa he vivido Discos Melocotón (me repito como el ajo... blanco o rojo que me da igual porque me gusta que resuene en mis oídos) unos once años directamente, siempre como ese aprendiz de nada que se empeñaba en aprender lo que estos dos personajes le enseñaban una y otra vez y ha sido una fantasía hecha realidad, conseguir que la Música sea además de los sonidos que me llenan las palabras de dos personas que me cuentan, me dicen, me indican y sobre todo me ENSEÑAN. 

Porque en esta vida he aprendido (hermoso verbo aprender, hermosísimo) que de quien sabe hay que dejarse saciar, que los sentimientos y emociones se van llenando con lo que seres como Eduardo y Pablo (se me llena el papel con sus nombres y me encanta) son capaces de dar y ellos lo han dado durante treinta y cuatro benditos años, aunque yo haya llegado un poco tarde y "sólo" les haya vivido once intensos años de una vida que se precia de sentir lo que la Música le da.

Me dicen que cierra Discos Melocotón y no puedo por menos que pensar que la cultura de este condenado país pierde un referente en ese espacio mágico y maravilloso que es la Música DE CALIDAD, lo que significa y por lo que muchos respiramos, porque en Discos Melocotón no sólo se vende Música, además se habla de ella y eso es un plus que pocos lugares se pueden permitir.

La cultura, ese don que los seres humanos debemos buscar y que este condenado país nos niega hace tiempo pierde un símbolo, un emblema y lo que ello conlleva porque nos deja con todo el derecho del mundo (que 34 años son muchos y una manera de currarlo de lujo) una isla en el océano, un lugar pequeño y delicado donde todo amante de la Música se siente como en su casa y siente los sonidos como algo que te llenan, te atrapan, te hacen suyo.

Hablar con estos dos juglares de cuento, trovadores de historias irreales que se acercan a la vida y recrear con ellos los sueños ha sido un placer tan inmenso como la propia Música que me han sugerido, me han ENSEÑADO (otro hermoso verbo ¡¡vive el cielo!!) y me han hecho vivir y me gustaría que Eduardo y Pablo, Pablo y Eduardo supieran que discos Melocotón no morirá nunca mientras uno de esos vinilos de negra piel y caricias emocionales suene en cualquiera de los aparatos que cualquiera de los que hemos estado en ese lugar de ensueño haga vibrar.

Me dicen... pero eso es una falacia, porque todos sabemos que los sueños no mueren ni se acaban mientras uno los sueñe y yo seguiré soñando a Discos Melocotón cuando esa magia que llamo Música suene y me empape en cada instante de Amor que ellos me han hecho sentir.

Gracias por once años de placer sin límites y gracias a los dos por los que quedan por disfrutar gracias a querer ENSEÑAR que la Música es... pues eso.



2 comentarios:

  1. Creo que en alguna ocasión dije que los sueños sólo los mata quien los sueña. Creo que en este caso es así. Tú tienes la suerte de haberte empapado de Discos Melocotón lo suficiente para llevar grabado su olor, su sonido, sus colores, sus gentes hasta que tú, y sólo tú, quieras.
    Un abrazo.

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    1. Posiblemente hasta la Eternidad y un día... si es que llego

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