domingo, 9 de febrero de 2014

De Vinilos y Otras Glorias CMXXIII

Una pequeña pieza de museo por lo que representa y cómo fue concebida, todo un parto doloroso con un resultado que mereció la pena.


Amphyrite (Amphyrite) 1973


Vaya por delante (o por detrás o de lado que me da igual si lo que expreso son mis opiniones) que tengo debilidad por este disco, por alguna razón me llegó de aquella manera la primera vez que lo escuché y ahí sigue, por eso quizás y no por otras cosas lo considero una pequeña obra de arte para mis sentidos y una obra de arte musical más allá de lo que pueda ser.
El Prog. francés no fue muy espectacular en la época en la cual esta maravillosa Música se paseaba por el universo, algunos representantes de inmensa calidad y no mucho más, pero siempre hay (esto es general al resto del mundo) gente que cree en lo que hacen por encima de todo y más allá de las propias dificultades y en mi opinión Amphyrite es un ejemplo de ello.
Prog. puro, descarnado, del que más me agrada cuando me dejo llevar, Música hecha sin mesura ni límites para atravesar tus sentidos desde la dureza más extrema a la suavidad y delicadeza más sensible.
En formato de Power Trío demoledor y salvaje el disco es una exhibición instrumental de los tres componentes, especialmente el bajo y la guitarra, que elevan muy alto el listón a la hora de interpretar las composiciones personalísimas que nos entregan en su disco, una pieza con nombre homónimo y clase para aburrir.
Supongo que por las dificultades para sacar adelante el proyecto (ya es un milagro poderlo escuchar) la grabación es de baja calidad, una demencial y desgarrada manera de llevar al vinilo sus creaciones y aquí es donde el sonido de la percusión se pierde en lo lejano, más allá de la propia escucha y es una pena porque Christian Copier se esfuerza lo suyo pero el sonido en primer plano de las guitarras se lo comen crudo.
Salvando esta canallada que me cabrea bastante con el resto disfruto como un loco. Improvisaciones sin mesura a cargo de una guitarra salvaje y demoledora en las manos de Guy Descombe, solos continuos y eternos, algún que otro efecto para ayudar en ese diálogo con las estrellas que se tiene y a partir de aquí lo que le echen, genial, genuino y sobre todo descarnado, puro, sacado de lo más profundo de las pesadillas. El bajo de Bernard Farant echa fuego siguiendo a la guitarra, un continuo solo durante todo el disco de arriba hacia abajo, acompañando a las seis cuerdas o en instantes en los cuales se permite sonar él y sólo él.
Esto es el disco durante las siete canciones y los 37' de Música que permiten al grupo demostrar lo que vale y a nosotros disfrutar de unos sonidos tan primitivos como maravillosos (y a partir de aquí lo de siempre...)

FACE 1:  Oasis Boogie;  Moppie;  Guinche
FACE 2:  Bric a brac;  Euquimod;  Folie Folll;  Symphonie pour 3 oeufs brouillés


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