miércoles, 13 de noviembre de 2013

Bruce Cockburn... Música


Siempre me he dejado llevar por el destino, al menos desde hace unos 35 años cuando la Música me hizo suyo y dejé de saber por dónde y de qué manera.
Ese mismo destino que me ha dejado placeres inconfesables me ha negado otros que no puedo sino desear más aún y hasta el domingo 10 de Noviembre de 2013 me negaba algo que de pronto me concedió.

Los sueños son eso, pedazos de nada que haces tuyos para recrear lo que necesitas y buscas por si acaso... si son escaleras al cielo se cumplen difícilmente y si son más mundanos en algunas ocasiones son parte de lo que eres. Yo siempre he tenido sueños, siempre he buscado eso que de pronto se te presenta sin esperarlo y te hace quedar con la boca abierta y el alma en vilo, eso que me ocurrió ese domingo en una sala cualquiera de un lugar donde descanso mis huesos sin quererlo y que me dio la oportunidad de ver, escuchar, sentir y amar de nuevo a uno de los más grandes músicos que existen sobre la faz de la Tierra (para gustos los colores y me la suda quien no comparta esta opinión)

Con el corazón en un puño, una sala medio vacía (seguimos estando en un lugar de sol, tapas y cha, cha, cha pero nada de cultura) y treinta dos años de espera me senté en la primera fila esperando que ese sueño no fuese una broma del destino, pero cuando las luces se apagaron y la figura de un creador de glorias a borbotones apareció en el escenario supe que todo era real y que en ese momento yo sí me encontraba dentro de mi sueño.
Bruce Cockburn es un genio, un grande, un personaje único y especial en la Música, por eso es un desconocido y casi una sombra en los carteles y revistas, por eso ni llena estadios ni puta falta que le hace, por eso... su guitarra, sus manos y su voz hacen lo que la mayoría sólo sueña y nunca llegan.

Un escenario vacío salvo por sus dos guitarras, una mesa con unos utensilios para los efectos y una botella de agua y el micro a la altura de su boca y de pronto la magia se convierte en seda y de ahí a la eternidad por el camino trazado por su Música, sus melodías y su manera de entender el mundo. Me quedaba saber si a sus 68 años la voz era ese susurro que me enamoró tres décadas atrás y en el segundo tema del concierto supe que nada había cambiado cuando me hizo el amor como el primer día.
Un excepcional y sublime concierto de Música para soñar, un portento de músico que con su garganta y esas manos privilegiadas llevan al éxtasis a los pocos que creen en lo que hace, un virtuoso, un mago y un brutal intérprete de canciones inmensas y eternas (treinta discos y un día) que no tiene igual en lo que entrega.

Dotado de una técnica prodigiosa, la barbaridad de este hombre es unirla al sentimiento, al alma, a esa manera de enseñar que todo llega a través de sus mensajes con los dedos acariciando el acero, haciéndole el amor a su guitarra de una manera tan emotiva y sensual que te hace parte del momento, una caricia que te recorre la piel cuando esos instrumentales incendiarios llenan el aire para abrazarte al acero de las seis y doce cuerdas que maneja como nadie. Técnica y alma, entrañas y piel erizada, notas que son mensajes y además... las palabras, esos lacerantes relatos de incertidumbre, injusticias y vileza humana, esos mensajes de esperanza en palabras tan suaves como disparos al entrecejo, esa manera de entender el mundo que le hizo ser parte de la sala que le escuchaba, entrañable personaje de cuento asido a su compañera mientras nos dedicaba letras de desencanto, de amores, de guerras y sufrimientos, de emociones y deseos, de amantes y jaulas rotas, de cruces de caminos y senderos por descubrir.

La voz de Cockburn no se escucha, te penetra y te hace el amor, eso es todo y nada, cada suspiro que exhala te llega como el coito que se siente, cada susurro es una caricia, cada momento de cambios exigidos un golpe a tus sentimientos que lo hacen suyo. La voz de este juglar canadiense no es una voz, es el amante en tiempos peligrosos, la llamada a la calma, a la revolución y al orgasmo, es la súplica al señor de las edades y los tiempos, el rezo del que no cree y el llanto del que creyó demasiado, la voz de Cockburn es una letanía y una gloria, un momento de euforia y uno de calma, una orgía sensorial más allá de la realidad.

Bruce Cockburn llegó, nos enamoró, pidió disculpas por ser tan maravilloso y se fue como una sombra, con el eco de su último tema en el segundo bis del concierto, casi de puntillas, como sólo los genios que se saben inútiles cuando el ser humano ejerce de lo que no debe ser saben, un halo de Música, sonidos y seda cubrió la sala, un espacio exquisito y personal me cubrió a mí y un aura de eso que amo hace treinta y tantos años se quedó en mi alma para siempre. 

Hace esas décadas y algo más una persona excepcional, mujer única y Amiga para siempre me presentó a Bruce Cockburn y me dijo algo tan sencillo como complejo "déjate enamorar por su voz", ese domingo el amor invadió de nuevo mi ser y me di cuenta que cuando algo es eterno como la Música de este increíble genio es imposible que se vaya.



A Nieves y Goyo, porque a pesar de una sala vacía ellos estaban ahí


8 comentarios:

  1. Fue una noche maravillosa, tan íntima como mágica. Ver a un hombre como Bruce Cockburn solo en ese escenario con sus guitarras, sin nada más que sus manos y su voz...¡uf! una gozada.
    Sentirlo a sus 68 años interpretando las piezas que lo han acompañado durante años y comprobar que con la edad ha mejorado, como el buen vino, fue toda una experiencia y un lujo.
    Aunque si he de deciros la verdad, ver a la gente de la primera fila, cómo reaccionaban sus cuerpos al reconocer los primeros acordes de cada canción, las sonrisas dibujándose en sus labios fue algo extraordinario.
    Y volviendo al artista, porque lo es, tan sencillo y cercano, esforzándose por chapurrear español al principio del concierto, ese detalle ya fue bastante para enamorarme.
    Algo para conservar en la memoria.

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  2. Bruce Cockburn tiene esa capacidad maravillosa reservada solo para los genios y es la de emocionar el alma hasta dejarla en carne viva, es ese momento de éxtasis musical inigualable, único, irrepetible... es un verdadero privilegio poder sentirlo así.
    Tus palabras son como un espejo donde se refleja la magia de ese maravilloso instante, verdadero, auténtico, y descrito desde la emoción y con ese alma hecha jirones nota a nota.
    Precioso Agilulfo, te felicito. Besos.

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    1. Mis felicitaciones para alguien como tú que tuvo la capacidad de verlo, sentirlo y emocionarse con su Música.
      Besos

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  3. A lo largo de nuestra vida acumulamos un sinfín de recuerdos, pero hay ocasiones en que el momento es tan mágico que haberlo compartido con las persones que son importantes para nosotros, hace que se convierta en inolvidable.
    Y eso es lo que pasó ese domingo lluvioso de noviembre cuando un grupo de amigos, desafiando las distancias, nos reunimos para comprobar que los sueños por inalcanzables que parezcan a veces se hacen realidad.

    Bruce Cockburn de apariencia sencilla pero con un "je ne sais quoi" que enamora nos hizo cómplices de su música, recitándonos casi al oído esas canciones con las que tantas veces, como bien dices, nos ha hecho el amor. Ahí estaba en vivo y en directo con su voz inconfundible, sus guitarras y su música tocando exclusivamente para unos pocos que nerviosos e ilusionados disfrutamos como niños,
    En apenas 90 minutos nos regaló su presencia, nos emocionó con sus canciones y demostró que el destino no siempre juega malas pasadas , ya que en este caso nos unió para que juntos viviéramos un sueño.

    Gracias a Bruce por hacerlo posible y a todos vosotros por compartirlo..
    Felices sueños.
    Besos

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    1. Gracias a quien entiende lo que mana de ese genio maravilloso que parece no tener fin.
      Besos

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    2. Un potente catarro debido a la chaparrada bilbaína que nos cayó horas previas al concierto y que todavía arrastro, me ha tenido ausente a mis sentimientos tras el sueño realizado de ver a Bruce (el otro, el desconocido). Ahora que mi mente despierta empiezo a pensar si todo fue una ilusión, una sombra, una ficción… Sin embargo, lo que tengo dentro desde entonces y que no sabría describir bien, me dice que es cierto, que lo viví-sentí.
      Los sentimientos son algo personal, nos los debemos sólo a nosotros y a nuestra sensibilidad, pero la invitación a poder tenerlos con algo tan grande como esa voz y esos acordes nos la da quien nos quiere. Bruce me regaló el PLACER, pero quien me regaló la posibilidad de gozarlo fue mi Amigo.
      Placer, susurro, "seda", falta de respiración, éxtasis… pues sí… y una se queda sin palabras después de ver y, sobre todo, escuchar al amante rozándote las cuerdas con sus dedos.
      Nunca lo olvidaré, y eso que tengo muy mala memoria, pero es que hay sensaciones que se quedan impregnadas como lacre imperecedero cuando te las sellan de esa manera tan sublime y penetrante. (suspiro)
      Gracias Andrés.

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    3. Gracias a ti por deleitarnos con esas palabras que son todo lo que los sentimientos dan cuando algo te ha llegado muy dentro. Ver a Bruce Cockburn fue continuar la cadena de quienes me lo enseñaron, hacer realidad un sueño con las personas que como tú habéis apreciado siempre su magia, su esencia y por supuesto su Música, pero sin la sensibilidad de quien quiere que le llegue, quien se deja atrapar por esa seda no hay nada más allá de los sonidos, y en esta ocasión todo lo que hay más allá lo pones tú y quienes tenéis esa piel que se eriza cuando escucha a genios como nuestro Bruce.
      Besos

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