sábado, 14 de septiembre de 2013

Alguna Vez...


Un río baja misterioso, pero ya no temo a esta locura, ¿de dónde crees que he sacado tantos kilos de ironía?
No dejo de amarte, ni a todas estas utopías, esas que nos hicieron creer que merecía la pena gastar nuestras horas pensando en el otro mientras los mediocres sonreían sin saber por qué.
Un río se oculta a su paso, bajo mis pies siento la corriente que me arrastra, pero mantengo firme mi rostro al viento, dejando que mis cabellos te busquen más allá de los confines del mundo, donde las fronteras no existen y el agua nunca se enturbia.
Ya soy ligero como la brisa que me envuelve, no pueden tocarnos, no mientras nuestras manos sigan buscándose, las almas desvaneciéndose en los sueños y las fantasías ocupando cada espacio en el contorno de nuestras vidas. El río cubre en su regazo los deseos más ocultos, esas mentiras que no podemos fingir y que nos hacen estar junto al otro, queriendo saborear el flujo de vida que corre por nuestras venas al escucharnos, encerrados en un espacio que sólo tú y yo conocemos.
Duermo sobre espinas cuando te deseo y no te encuentro, grito a la nada tu nombre empapado en mis historias, busco tras las esquinas tu rostro encendido por la pasión que nos envuelve, vuelo con tu cuerpo unido al mío hacia nuestros sueños, más allá de cualquier razón, inmerso en el imposible de tu mirada.


No hay comentarios:

Publicar un comentario