martes, 27 de agosto de 2013

Surcos del Siglo XXI - 125

Un grupo que ya nos ha visitado con una manera especial de entender ese Rock que nos mueve, esos sonidos viscerales.


Buffalo Tom (Sleepy Eyed) 1995


Saliendo de la oscuridad musical que supuso esa década entre anodina y extravagante que fueron los ochenta, muchos grupos de Rock optaron por un sonido desgarrado y potente que se dio en llamar en algunos lugares Rock Alternativo, en otros espacios interestelares Indie y en ocasiones un híbrido de difícil definición.
El Rock que se proponía (etiquetas a parte como siempre) volvía a muchas raíces y también reflejaba el cansancio de unos músicos hartos de muchas cosas en su vida, sociedad y el universo, una especie de fuga de frustraciones que cuando salía bien (como es el caso que nos ocupa) llegaba directo a los sentidos y sin tomar prisioneros.
Buffalo Tom es uno de esos grupos que a finales de los ochenta tomó el camino del Rock desnudo de estereotipos y en ese maravilloso formato de trío que tanto me gusta creó álbumes que son apasionantes descargas de buen Rock (etiquetas aparte como siempre)
Sin desmerecer el principio de su aventura, que por otra parte me apasiona, es a mediados de los noventa y enfilando este nuevo siglo cuando dan un giro en su manera de concebir los sonidos, una especie de vuelta de tuerca en la que podemos situar este "Sleepy Eyed", un álbum fantástico donde la banda se recrea en dibujar esa Música libre de nada que no sea el impacto directo del Rock.
Con un sonido directo y grabado como si fuera en vivo en los propios estudios, es lo más parecido a lo que la banda daba de manera visceral ante su público y a mí me encanta. Esta falta de "florituras" con respecto a su pasado (aunque realmente casi recuerdan a sus comienzos en algunos pasajes) no gustó mucho por parecer una especie de paso atrás en su estilo, sin embargo las composiciones son mucho mejores y sí poseen ese descaro y "salvaje" momento del Rock en estado puro.
Las guitarras enardecen los temas que son como llamadas al abismo sonoro en el cual nos meten, fantásticos riff y solos en estado de gracia, ¿sucios? ¿polvorientos? no creo, simplemente Rock. La batería nos sumerge en ritmos trepidantes con cabalgadas sin final y el bajo ayuda en ese empujón que nos lleva a las estrellas.
Un disco para no pensar en pasajes de calma chicha y sentir el vapuleo del Rock (etiquetas aparte como siempre) en el vientre, desde donde salen las emociones.
Bill Janovitz guitarra y voz. Chris Colbourn bajo. Tom Maginnis batería.

Songs:  Tangerine;  Summer;  Kitchen Door;  Rules;  It's you;  When you discover;  Sunday night;  Your stripers;  Sparkles;  Clobbered;  Sundress;  Twenty-Points (The ballad of sexual dependency);  Souvenir;  Crueler.

2 comentarios:

  1. Mucho, mucho, Rock con esa frescura que provoca esa sonrisa de gusto que te cambia la cara, te renueva el ánimo y notas que empiezas a sentirte genial.
    Por supuesto es el poder de la Música, pero hace falta saber hacerlo bien como lo hace este grupazo.
    Besos.

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    1. Y eso que... es un grupo de esos que parece que no están aunque siempre estén por ahí.
      Besos

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