jueves, 29 de agosto de 2013

De Vinilos y Otras Glorias DCCLXIX

No sé si tendrá que ver una cosa con otra, pero dejo que mi cerebro libere las emociones y me indica lo que necesito en cada instante cuando deseo Música, y como va por libre me dice que esto no está mal.


Bruce Cockburn (High Winds, White Sky) 1971


La primera época de Bruce Cockburn, este artista canadiense genial y único como pocos, se caracteriza por ese intimismo que surge sin esfuerzo gracias a las exquisitas composiciones que nos deja como una dulce caricia y la voz, su voz, esa garganta privilegiada que es la sensualidad hecha notas y el amante perfecto en momentos de orgía sensorial.
"High Winds, White Sky" es el segundo disco de Cockburn, al igual que el anterior y los posteriores un sentimiento hecho Música, composiciones más cercanas al Folk que al Rock que más adelante hizo suyo y que a base de acústicas, coros y una base de instrumentos de ese corte ancestral nos lleva a pasear por una Música infinita, bella y sin demonios ocultos.
La sección rítmica al uso no aparece sino es por percusiones que en clave de instrumentos tradicionales y de manejo tan simple como efectivo cuando se efectúa con clase y calidad arropan esas acústicas que te llevan al cielo, manejadas de manera portentosa por el genio Cockburn, un guitarrista en este aspecto virtuoso y magno y la voz que va recitando las estrofas con la melodía creada como la seda.
Susurros, emotividad y sensualidad en su garganta, mensajes directos y nada ocultos en sus letras, a veces optimistas y en ocasiones lacerantes envíos a las conciencias con esa prolongación que son sus manos acariciando las cuerdas de acero en una sinfonía excepcional.
Temas de corta duración (excepción hecha de "Let Us Go Laughing" y Ting The Cauldron") que nos van guiando por un viaje de ensoñaciones, íntimo, personal, hecho para cada uno y sus sueños, en un espacio que se circunscribe a la propia necesidad de uno por sentirlos dentro, como parte de tu alma.
"High Winds, White Sky" es belleza, Música para saborear sin prisas dándote el gustazo de añadirlas a lo que sientes, a lo que amas, a todo lo que hace que uno sea más allá de la mediocridad que nos rodea, porque la belleza se puede palpar y en este caso es tan densa que te arrulla para hacerte suyo.
Siempre hay un espacio en mis deseos para Música como esta, la que me hace ser por encima de casi todas las cosas y eso no es nada fácil.
Bruce Cockburn guitarras y voz. Eugene Martynec guitarras. Eric Nagler mandolina y banjo. Michael Craydon marimba, tablas, campanas tubulares, percusión. John Wire percusión.

Songs:  Happy blues morning blues;  Let Us Go Laughing;  Love song;  One day I walk;  Golden Serpent Blues;  High winds, white sky;  You point to the sky;  Life's mistress;  Ting The Cauldron;  Shining mountain


2 comentarios:

  1. Para quien necesite una dosis de magia para seguir su camino no hay nada mejor que un poco de Bruce Cockburn. Y este disco, en concreto, perfecto para ello.
    Hasta el próximo.
    Ciao

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Una pequeña delicatessen para degustar, como lo que hace habitualmente este músico increíble.
      Ciao

      Eliminar