domingo, 14 de julio de 2013

Shinjuku Station... Donde La Nada Se Hace Realidad


Cuando a uno le cuentan que las estaciones en Japón son de aquella o esta manera, que la gente va y viene, que puede ser que o que no sea nada la imaginación intenta acoplar los datos recibidos (todos ellos válidos porque uno va y los toma de agencias estatales de turismo y Blogs serios) pero la realidad supera a la ficción la mayoría de las veces y esta es una de ellas.
Las estaciones en Japón son un mundo, eso es cierto, pero la de Shinjuku, enclavada en el mismo corazón del distrito que lleva su nombre en Tokyo es un mundo dentro de esos mundos, porque este espacio vital que alberga un enjambre de vías, túneles, servicio, tiendas, escaleras, elevadores... es el mayor laberinto de tráfico ferroviario del mundo y eso no es moco de pavo cuando el mundo es como es.

A Shinjuku no le ha costado mucho tener el honor de ser la más... porque se trata de un intercambiador brutal por el cual pasan al día entre dos y tres millones de personas (esto variará según fuentes pero en estas cantidades no importa demasiado porque uno se pierde si lo intentas razonar) que no paran de ir, venir, volver, salir, entrar, subir, bajar, andar, correr, levitar... eso sí con una extraña habilidad, esa que tienen los nipones para que cada uno esté en su sitio y apenas se roce nadie sobre todo si no quiere ser rozado.
En un monumental puzle que conlleva varios niveles de vías, pasillos, túneles, pasadizos que conectan unas salidas con otras, se dan cita dieciséis líneas de trenes, tres de metro y algún que otro tren de cercanías o de lejanías, porque en el país del Sol naciente las cercanías pueden suponer hora y media de transporte ferroviario a toda hostia (porque el tren bala correrá, pero el resto como se lancen...)

Lo gordo del asunto es que la estación en sí tiene tres salidas principales, Este, Oeste y Sur pero ¡ay amigo! encontrar esas salidas puede ser una de las mayores aventuras que experimentes cuando no estás acostumbrado a las magnitudes de los lugares públicos en Japón, lugares que albergan una inmensa o infinita cantidad de gente que sabe que eso es lo que hay para... no sé para qué porque algunas cosas se desmandan de aquella manera.
La estación de Shinjuku parte por la mitad el distrito y te sumerge en un laberinto donde puedes estar minutos y minutos (cuando no horas) buscando y queriendo encontrar la vía justa para la línea adecuada, el lugar que te lleve al tren de turno o lo que es casi peor la salida una vez realizado el viaje para llegar de una vez a tu destino, porque si la salida no es la adecuada comienza otra aventura que se centra en encontrar tu ubicación dentro de un distrito o barrio o ciudad que tiene unos quinientos mil habitantes y que te puede engullir por cualquier lado.
Y es que aquí no vale que mires el cartelito de "Usted se encuentra aquí" porque majito, ese "Aquí" es un punto en el desierto de un lugar inmenso, enooooooorme, brutal ya digo y como no sepas traducir el plano de marras lo llevas claro.

Lo mejor es la hora punta (lo mejor es evitarla, claro está) porque si no te encuentras en una especie de colmena con cientos de miles de abejas (perdón de personas) que acuden a por su miel, que según les dé puede ser su trabajo, la vuelta a casa, la cita de rigor o la última locura llevada al extremo de fantasía en medio de la humanidad, y es en ese momento cuando sabes que no eres de allí, que tu hábitat está en otro lugar, porque sientes esa extraña sensación por la que tu cuerpo absorbe a todos los que están cerca como un imán y aunque nadie te toca (es la leche la habilidad que tienen para esquivar los cuerpos) tu cerebro piensa que sí, que te dan, y te dan, y te vuelven a dar y el pánico por un accidente de tráfico sin vehículo de por medio se apodera de ti.
Yo no los pude contar, pero en ese momento, en el de la hora punta vi mucha, pero que mucha, mucha, mucha gente viniendo hacia mí y es una sensación... irrepetible.

Obviamente todo es acostumbrarse, ¡¡cómo no!! pero en pocos días y estando a muchas cosas es complicado que tu cerebro acepte eso, un lugar bajo tierra, a ras de ella, niveles por encima, todo lleno de vías, y más vías por arriba, por abajo, por el centro... lleno a su vez de gente, de personas que como perfectos seres mecanizados circulan a la velocidad de crucero establecida para buscar lo que la estación no les da.
Lo de los túneles es otra historia. Sigue siendo parte del entramado de la estación y conectan entradas, zonas de las salidas y parte de la ciudad, un laberinto subterráneo con tiendas, anuncios, carteles y puertas que te indican los metros que faltan para llegar a... ninguna parte, porque en algunos casos observar letreros que te van diciendo que por donde vas (no el destino, que eso es otra cosa) y hacia donde te diriges mide unos 300 metros, o 450, o... es alucinante, porque no ves el final, o lo ves pero te desvías, y si te desvías y vuelves ya la has hecho, y si no pues la luz del Sol es como una fiesta y después... ¡¡tú sabrás dónde te encuentras!! pero no vuelvas, mejor no porque son otros cartelitos con otros metros y vuelta a empezar.  

Aún así es un lugar fascinante, ajeno a todo lo conocido (para los que viven en Japón y disfrutan de sus medios de transporte no, claro está) y una dimensión que se escapa de lo que habitualmente se vive, por eso la mente sufre un primer impacto, y un segundo, y... pero en el impacto 2.345 le empiezas a pillar el tranquillo y en menos de dieciséis minutos, cuatro líneas de trenes y siete pasillos accedes sin problema a tu tren para ir donde te dé la gana, porque con la que tienen montada puedes llegar casi a cualquier sitio (salvo los trenes bala y alguna menudencia que no salen de aquí) y eso en Tokyo es fundamental, todo sea dicho.

Shinjuku Station, un lugar para perderse... en tus sueños o no es otra historia.





4 comentarios:

  1. En un país tan increíble como Japón, y a juzgar como lo has descrito, hasta un sitio como una estación puede resultar un lugar fascinante.
    Al menos los que no hemos tenido la gran suerte de estar allí, nos has dado la oportunidad de hacernos una pequeña idea de ese sitio maravilloso.
    Muchos besos.

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    1. Es para vivirlo, eso desde luego, aunque fascinantes son otros lugares, esto es...
      Besos,

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  2. ¿Dices que no se rozan? O sea, que además de trabajadores como hormiguitas ¿son tan hábiles como para conseguirlo?
    Imagino por las fotos que es otro mundo.
    Un besote.

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    1. Es un universo paralelo, aunque se vea en los mapas.
      Besos,

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