viernes, 12 de julio de 2013

¿Reflexiones?... Quizás II


Puestos a decir, que no suelo decir casi nada, resultaría interesante, también por supuesto, saber el por qué de esa natural aversión entre las mujeres, en temas más o menos peliagudos, como el tener a un hombre, el tener diarreas mentales, en verse como competencia desleal salvaje y extrema. Y es que no hay como mirar a los ojos de una mujer cuando le estás (o le están, o se está) presentando a otra persona del mismo sexo (lo de los gustos sexuales ya es otra cosa) para comprobar que ese escáner que tienen el cerebro se pone a funcionar de forma precisa, escudriñando cada centímetro del cuerpo de su oponente, cada rincón oculto que un hombre, por mucho que se afane, nunca llega a ver.

Será que ellas saben hasta dónde llegan, nada menos, y es por eso que el temor de que lleguen también, nada menos, les debe poner a la defensiva, porque al lugar donde van debe ser muy difícil que puedan ocuparlo dos personas, por mucho que se aprieten. Lo mejor del caso, es que pueden llegar a ser confidentes en casi todo, salvo en lo que atañe a una de otra, porque si hay que subir peldaños, ya sean físicos, emocionales, o de cualquier otra índole, un hombre no es, ni de lejos, rival en manos de una mente privilegiada como la de una mujer, sin embargo, cuando de dos mentes preclaras se trata, el tronar de cañones es ensordecedor.

Lo curioso es que no hay sensación más agradable para un hombre (según pesquisas, estudios, y miles de vídeos hard) que dos mujeres amándose, acariciándose, besándose, haciendo el amor en cualquiera de sus millones de formas, pero reconozco que resulta difícil separar la imagen de dos seres sensuales, excitantes, maravillosos, en pleno acto de intercambio de fluidos (aunque deba usarse la imaginación para el tema de olores, chasquidos y sonidos de flujos varios) con la imagen de las dos mismas personas (mujeres) intentando destrozarse por un quítame allá esas pajas (que en este caso no tiene connotaciones sexuales sino de intereses personales, afectivos, emocionales, económicos…). Yo no sé que pasaría en una situación en la que en pleno acto de amor una le recuerda a la otra que las mechas del cabello no van con el color de su pubis, o que los ojos pintados la desfavorecen en contraste con el rosado de su culo, o que las uñas a medio cortar no son agradables si están entrando en… porque puestos a no poder entrar (y ya no querer) en la mente femenina, me resulta difícil que quieran cortar el momento supremo del orgasmo, pero si se les cruza la última conversación de ambas e pleno éxtasis… no sé, será que nosotros somos más simples y que no usamos el cerebro para el sexo (o eso dicen ellas).

Yo no es que vaya muy sobrado de imaginación, pero he conocido a mujeres maravillosas que se transformaban estando con otra mujer, que eran capaces de emitir esa sensación única de pasión, de amor, de sensualidad hacia quien estaban “despellejando” viva, y era mutuo, no cabía más antagonismo en menos espacio (el que les diera sus cuerpos) porque como el cruce de intereses se pasara un milímetro de esa línea imaginaria que ellas trazan, el orgasmo (visual) se convertía en sesión sado-maso (visual) cayera quien cayera.

Es curioso, de todas formas, que no hay mujer sin su confidente femenina, sin esa amiga del alma que todo lo sabe de ella (eso venden pero es mentira) sin embargo cualquier mujer que sea honesta con ella misma te dirá que se fía más de un hombre, que con él puede llegar a una amistad más sincera que con una mujer. Pero es que es evidente, somos más simples, nos manejan, nos dicen lo que quieren y a nosotros nos sacan lo que quieren (sin connotaciones sexuales y con ellas) y siguen con esa parcela exclusivamente suya que sólo ellas y la divinidad suprema conocen. Eso sí, si tienen la suerte de conocer a algún hombre homosexual, se jactan de poder hablar también de trapitos (lo que no saben es que yo leo revistas de moda).


4 comentarios:

  1. Me encanta la disección que has hecbo del comportamiento femenino, es mordaz y divertida. Tengo que reconocer que estoy de acuerdo en muchas cosas pero, corazón, leído todo seguido da la sensación de que seamos monstruos ávidos de sangre (yotros fluídos) masculinos.
    Por cierto, yo me encuentro muy bien compartiendo cosas con mi amigos hombres, y en ningún momento pienso que seais simples. Si no, no me gustaríais tanto.
    Un beso casto, puro y sin segundas intenciones. Y un abrazo de oso.

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    1. La simpleza la provoca la mente que no se atreve a conocer lo que hay en los otros. He de decir que no se me trata nada mal como hombre desde el espectro femenino, al menos en lo intelectual (de intelecto) pero siguen existiendo esas miradas de... "quizás no llegue" aún entre mis Amigas.
      Besos,

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  2. Es lo que pasa cuando entra en juego ese sentido extrasensorial de la mujer, pero también hay que tenerlo para saberlo apreciar y exponerlo, como tu lo has hecho en esta reflexión.
    Te felicito.
    Besos, para y por tu "persona-lidad".

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    1. Gracias, se lo comunicaré a mi Persona-lidad allá donde esté.
      Besos

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