miércoles, 3 de abril de 2013

Bajo El Puente



El suave susurro de la brisa que nos acompañaba hacía que el paseo a lo largo del río se convirtiera en un placer para los sentidos, aspirando tu olor, sintiendo tu mano entrelazada con la mía, tu cabeza sobre mi hombro dejándote ir. El tiempo, nuestro pertinaz enemigo, volvía a señalar el final de una jornada a través de las inexorables manecillas del reloj que mirabas con insistencia, pero ese momento mágico, único, surgido de la necesidad de dos almas solitarias no podía y debía ser roto, y no estaba por la labor de volver a encontrarme con el aire entre mis brazos tras el último beso a escondidas.

Mientras besaba tus labios deslicé mis manos hacia tus piernas, y con una sutil maniobra el reloj cayó de tu muñeca y lo guardé en mi bolsillo; ahora seríamos uno para el otro, sin prisas, sin momentos después de, sin nada ni nadie en el universo que nos arrebatara el momento que era, simplemente, nuestro.
Seguimos caminando a lo largo del río, bajando hasta la orilla, donde el rumor del agua nos acompañaba como la música de una banda sonora de la película de nuestras vidas, agarrados a nuestros sueños y sin otra cosa en nuestras almas que la imagen del otro haciéndonos suyo, caminando, caminando, caminando…

El puente que tantas veces nos escondió del mundo ahora parecía el lugar idóneo para que el mundo supiera de nuestra pasión, y bajo la solitaria luz de una vieja farola comenzamos el ritual de dos amantes entregados, besándonos sin descanso, sin buscar el aire que nos permitiera seguir, porque el aire venía de las entrañas del otro, el aliento que nos daba vida en noches de soledad, el mismo que ahora nos penetraba y hacía que nuestros cuerpos vibraran al sentirnos, abrazarnos, con la piel entregada y el corazón latiendo al unísono.

Miradas perdidas y alguna lágrima escapando por la mejilla cuando la felicidad es todo lo que existe en ese instante, en ese lugar, en ese espacio que nadie puede violentar.
El suave susurro de la brisa que nos acompañaba hacía que el paseo a lo largo del río se convirtiera en un placer para los sentidos, aspirando tu olor, sintiendo tu mano entrelazada con la mía, tu cabeza sobre mi hombro dejándote ir.

2 comentarios:

  1. Bajo el puente, junto al rio, con las manos entrelazadas y sintiendose mutuamente... Seguro que fue un paseo inolvidable.
    Es bonito tener esos recuerdos y maravilloso el hecho de que los compartas.
    Pasa un buen dia.
    Un beso.

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    1. Un paseo por los sueños, aunque a veces los sueños se hacen realidad.
      Besos

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