sábado, 23 de febrero de 2013

El Frío


Hace frío, mucho frío. En la calle los pequeños copos de nieve comienzan a dejar su huella en el asfalto, y el manto blanco contrasta con las luces de neón que intentan engañar al color del invierno.
Sin embargo yo no siento ese viento helado que se mete en el cuerpo a pesar de la ropa que me cubre, no siento la nieve que impacta en mi rostro por el movimiento caprichoso del aire que la lleva, pero tengo frío.
Mi alma está helada, y esa sensación recorre la espina dorsal que busca lo que no encuentra, el calor de las palabras, el sentido a lo irracional, el sonido del silencio que pueda calmar mi espíritu. Tengo frío y los huesos del cuerpo retorcidos por un dolor que no me deja, el desasosiego de un instante en el cual no estoy, la búsqueda de la mirada perdida que se fue.

Hace frío, mucho frío. Las calles desiertas me brindan el espacio para escapar, pero mi cárcel no tiene puertas que abrir, ni barrotes que serrar, mi celda es el corazón oprimido, la mente enferma, la soledad entre la multitud.
No puedo escapar ni quiero, andando por la nieve que ya cubre mis pies doloridos siento mis entrañas retorcerse de dolor, y sin embargo no percibo ese viento que corta la piel, que daña los sentidos. Ni tan siquiera acierto a cubrir lo que se expone al helado sentir de la noche, porque aquello que debo tapar y dar calor no puede ser abrigado.
Luces, sombras, gemidos y llantos en el silencio, llamadas suplicantes sin respuesta, la nada y yo en medio de todo.

Hace frío, mucho frío.

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