viernes, 2 de noviembre de 2012

De Vinilos y Otras Glorias DLXXXIX

Continuamos con nuestra orgía sensorial particular, aunque nos quedemos solos en esta manera de perdernos de esto que nos rodea (y que nunca he dudado que ocurriera)


Faust (Faust) 1971


Extremo, radical, furibundo, excepcional en la propuesta, la manera que tienen estos chicos de Faust para decirnos hasta donde y cómo en su debut en el mundo de los sonidos es simplemente una vuelta de tuerca a los sentidos, y me encanta que así sea.
De entrada, la propia presentación de la obra es una declaración de intenciones, ese plástico que cubre el disco en vinilo transparente y que a su vez es transparente con la radiografía de una mano humana en posición casi de garra nos muestra el camino de la desnudez de su propuesta, un viaje al fondo de lo primario, sin artificios, sin nada que cubra lo que nos ofrecen, como es su Música.
Experimental puede ser la palabra que mejor los define, pero su cadencia casi machacona y cansina, la manera de atravesarnos la mente con sonidos distintos que van y vienen es una demostración de la tendencia absolutamente libre para que los sentidos nunca descansen, más bien al contrario estén pendientes de todo lo que pueda pasar en cada instante.
Tres temas a modo de suites improvisadas que sirven como vehículo de expresión a lo que estos músicos nos ofrecen en una época de absoluta libertad creativa (y si a estas alturas no nos hemos dado cuenta de esto con las obras que llevamos, mejor cerrar el quiosco) el germen de lo que fue un movimiento excepcional para los sonidos, el surrealismo en la Música, lo más experimental dentro de lo que se podía permitir sin ir más allá de la propia conciencia, y en ese aspecto Faust y su primera obra homónima nos dan una lección en el género.
Inspiradores de obras gloriosas de grandes del Prog. mundial, de creadores que buscaban sonidos al margen de lo establecido, en ese sentido este primer álbum del grupo es una maravillosa manera de adentrarse en la mente cuando se sabe que ella controla las emociones, y no podemos sino dejarnos hacer.
Los paridores de la idea Werner Diermaier en la batería, Hans Joachim Irmler al órgano, Arnulf Meifert a la batería, Jean-Hervé Peron con el bajo, Rudolf Sosna a la guitarra y teclados y Gunter Wüsthoff al saxo y sintetizadores.
Tres temas nos dejan en esta obra intemporal, mágica, hipnótica, tres largas suites que nos envuelven, desde la locura en el caos de "Why Don't You Eat Carrots?" y sus continuos vaivenes sonoros en los 9'31'' de magia sin freno, a la más pausada y sin embargo más "perdida" "Meadow Meal", con unos teclados para soñar durante los 8'02'' de hipnótica emoción.
Los tremendos 16'35'' de "Miss Fortune" nos despiden para no volver jamás, y a fe que puede ser real la apreciación.
"Faust", sonidos para desaparecer por dentro, una manera de entender la Música como pocas veces se ha concebido, algo... tú decides.








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