viernes, 3 de febrero de 2012

De Vinilos y Otras Glorias CCCLVII

Como somos así, damos otra vuelta de tuerca y volvemos por caminos ya conocidos de la mano de un grupo que fue demasiadas cosas cuando estuvo.


Colosseum (Valentyne Suite) 1969


Uno de los discos más influyentes de todo el Progresivo inglés, que es lo mismo que decir del progresivo, el segundo álbum de Colosseum es una exhibición creativa y de Música interpretada de manera magistral por este grupo que fue santo y seña de la época, precursores de sonidos que influyeron en todo lo que se realizó posteriormente.
Tras un primer disco no tan brillante ni con el sonido que pretendían, crearon esta pieza de museo que desde el principio se convierte en intemporal, con exhibiciones instrumentales constantes que desembocan en la cumbre de la obra, la suite que da título al disco. 
Jon Hiseman a la batería, inmenso, brutal, marcando los ritmos tan propios del grupo y de esos temas eternos.
Dick Heckstall-Smith en los saxos, dotando al grupo de ese sonido tan radical y particular, progresivo en esencia, monumental.
Dave Greenslade en los teclados, uno de los más grandes teclistas del progresivo, arrastrando con sus solos en momentos que te llevan fuera de la propia Música, algo hipnótico.
James Litherland en las guitarras y voz, quizás donde más se nota la falta de alguien agresivo y poderoso, aunque con la guitarra se muestra salvaje en los riff y menos de lo que debiera en los solos.
Tony Reeve al bajo y voces, otro animal de las cuatro cuerdas, bestial en los acompañamientos que transforma en solos continuos.
El disco arranca con la violenta "The Kettle", una descarga que es una cabalgada a base de guitarras y la batería marcando lo que el resto transforma en tremendos solos. "Elegy" deja la exhibición para el órgano, al que va acompañando el saxo en entradas furibundas. Sin tiempo para  descansar nos damos de cara con "Butty's Blues", una demostración instrumental del saxo, los teclados y para terminar la guitarra, con la base rítmica furiosa marcándose solos sin descanso. La cara la cierra "The Machine Demands A Sacrifice", una cabalgada sostenida a veces por el órgano que la batería lleva por donde quiere con repliques constantes hasta quedarse sola en el tema.
La cara B la ocupa el tema que demuestra lo que iba a convertirse en una Música especial, sublime, mágica, el Progresivo, de la mano de "Valentyne Suite", una maravilla musical, una orgía para los sentidos donde todos y cada uno de los 17' se convierten en exhibiciones de los instrumentos alternándose en entradas, solos, cambios de ritmos... un verdadero espectáculo sonoro precursor de muchos de los sonidos del Prog. posterior.
Todos tienen cabidas, el "Hammond" aúlla de manera salvaje, violenta, el bajo se permite darle la réplica en un furioso "tête a tête", la batería parece romperse, de pronto el saxo atraviesa el alma... algo monumental, simplemente excepcional.
La portada recoge el gusto por lo enigmático, lo que debe estar en la mente más que en el universo, preciosa y significativa; en el interior explicaciones de Hiseman y los créditos.
"Valentyne Suite", para disfrutar de algo a años luz de la manera tradicional de entender la Música, y a mí, que soy... me fascina.


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