sábado, 7 de enero de 2012

La Voz Del Ayer


Paseaba por la ciudad, sin estar en la realidad, ensimismado con mis pensamientos, llevando conmigo la imagen de una amiga, un rostro con la dulzura en la cara, la sonrisa eterna, la mirada fija... y volví sobre mis propios pasos cuando una vocecita dulce, sensual y susurrante pronunció mi nombre.
Era una noche más, perdida en los océanos del tiempo, pero la voz devolvió mi alma a la realidad, me atrajo de nuevo con lo bueno del ser humano, me sedujo llenándome, y creó la ilusión, totalmente real, de poder ser yo de nuevo, con mis historias, mis histerias, mis rarezas, mis fantasías, mis emociones.
La voz de una vieja Amiga, un ser entrañable, un personaje casi de cuento, casi de fantasía, llegó a mí tras épocas oscuras de deambular por los misteriosos senderos del ser humano, donde nadie es nadie y todos se esconden de todos, donde nunca se descubren las cartas para que no sepan a qué juegas.
Su voz, su susurrante sonido, llenó el espacio, y mi alma se encogió, y mi cerebro rescató, de las miles de horas atrás, recuerdos imborrables de minutos eternos, horas irrepetibles, jornadas de lujo con el placer sensorial de una palabra, un gesto, una idea, una imagen.
La voz se convirtió en imagen cuando se acercó a mí, y entraron en mis entrañas toneladas de sensaciones que sólo recordaba de los días de felicidad, de los momentos nostálgicos casi olvidados.
Su rostro angelical llenó el universo que en ese momento eran mis propios pensamientos, me llevó, me transportó por lugares maravillosos, y no pude hablar, sólo mirarla, porque me decía demasiadas cosas sin una palabra, porque refería demasiados recuerdos sin un solo gesto, porque demasiado tiempo atrás quisimos ser uno y sólo por quererlo fuimos dichosos, nos encantamos, nos sentimos felices.

Marchamos juntos hacia el horizonte, pero sin divisarlo, porque nuestras miradas se perdían en el fondo de nuestros ojos, unos ojos que habían amado en silencio, y que en silencio también se fueron, y cada paso que dábamos, cada distancia bajo nuestros pies recorrida comenzó a ser el reencuentro que dos almas gemelas querían hace demasiado tiempo, y la oportunidad de decirse, quizás sin hablarlo, todo lo que quedó en sus labios sin una palabra.
No hubo problemas para llegar a la cumbre, porque los dos estábamos en ella, y el reencuentro se transformó en el inicio de una nueva etapa, la magia de las miradas, la maravillosa sensación  de tenerse en espíritu, que es lo que queda, lo que llega, es lo que podemos hacer exclusivamente nuestro.
La intimidad de la mente, ese espacio exclusivo para nuestro deambular libre, donde sólo estamos nosotros y quien queramos que lo llene, donde estuvimos los dos porque el resto del universo nos sobraba, donde volvimos a ser uno sólo, compartiendo las sensaciones que nuestras miradas nos transmitían.
Los encuentros infinitos volvieron a ser el descubrimiento de los seres que, alejados de la mediocridad, sólo viven para sensaciones en un mundo en el que se necesita respirar, ahondar en el alma, llegar hasta los corazones, donde las ataduras no existen, donde no se puede ser sin ser maravillosamente libre, donde, en definitiva, espero que podamos vernos algún día.


1 comentario:

  1. Gracias por tus palabras, Nuyak. Da gusto sentir que lo que uno expresa llega, porque sabes que merece la pena. Besos y bienvenida a este espacio que también es tuyo, por supuesto.

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