lunes, 24 de octubre de 2011

Peter Hammill O La Leyenda De Un Camaleón


Desde hace unos meses, guardo dentro de mi memoria el recuerdo entrañable de uno de los momentos más emocionantes  y una de las experiencias  musicales que más me han marcado hasta hoy. El directo que ofreció Peter Hammill fue como para quedarse inmóvil dentro del asiento intentando dilucidar, si lo que estás escuchando en ese momento sucede realmente, o de lo contrario, se trata de una de esas fantasías a las que uno sucumbe cuando las melodías te llevan al Paraíso de los Sueños…

Pero no… yo estaba allí, las estrellas y los planetas se combinaron para conseguir que aquel día que parecía uno más de tantos,  convirtiera sus horas finales en algo mágico… el concierto de alguien que hasta ese momento era para mí un completo desconocido, me dejaría una huella imborrable dentro de mi alma.
Un enamorado de los sonidos y un gran amigo, me habló de él con emoción, y nació en mí una ilusión por conocer a este genio, además de la oportunidad de dar un paso más en este gran Universo que es la Música. Aun así, no podía ni imaginar lo que se me iba a venir literalmente encima,  supongo que hay que vivir ese momento para saborear en profundidad una gran actuación como ésa, a manos de un fuera de serie como es Peter Hammill.
Y llegó el momento esperado… la  penumbra envolvió las almas de los que allí estábamos y los sonidos iniciales rompieron el silencio respetuoso que siguió a su recibimiento en el escenario. En ese entorno, creo que él supo encontrar la atmósfera apropiada para dar rienda suelta a su arte y se entregó sin reservas para deleitarnos al máximo, una conexión que desde el inicio se palpó en el ambiente;  pero no fui  totalmente consciente de lo que iba a escuchar,  hasta que le tuve frente a mí, cuando los primeros sonidos me arrebataron totalmente el Alma. Cada golpe en el piano, hacía mella en mis entrañas… y supe desde el primer momento que esos sonidos, esas melodías, esa sensibilidad musical, estaban ya fuera de este Mundo.

Ignoro si es posible sentir más que lo que yo sentí, probablemente sí porque la Música son sensaciones infinitas, pero de lo que sí estoy segura es que nada me lo podrá igualar durante mucho, mucho tiempo. Cada melodía me arrancaba algo por dentro, cada pieza era un sueño,  y cada sonido se clavaba en lo más profundo de mi ser. Las notas parecían escaparse desde sus dedos hasta el piano, de sus manos a la guitarra, desde lo más profundo de sus entrañas hasta su voz… Los temas eran sublimes, de auténtico ensueño, música hecha para el directo, y poco a poco el ambiente se volvió intenso, íntimo, delirante, único, no había descanso para las emociones y las mías, en más de una ocasión se encontraron al límite… Se respiraba música, te empapaba, se introducía en cada poro de la piel… aquel era un espacio mágico.
Permanecí  paralizada  en la oscuridad, en mi butaca, rodeada de todo y de la nada más absoluta, la emoción me traspasaba por momentos y todos mis sentidos estaban puestos en esa figura que no dejaba de vibrar, de transmitir todo lo que tenía dentro y que a al mismo tiempo nos hacía estremecer hasta el infinito. Me sentí  flotar… me elevé por encima de todo lo terrenal… y me subí  hasta esa nube, que recorre el firmamento hasta la Tierra de los Sueños.
La Música es así, si te dejas seducir lo hace para siempre, no  hay vuelta atrás.
                                                                                                                                                                                                        A Peter Hammill, por hacerme soñar.


A Mi Amiga, por esta hemorragia de Emociones

1 comentario:

  1. A vosotros, por poder vivirlo. Te envidio, Amiga, me hubiera gustado estar, sentir y llorar por las emociones.
    Besos a ambos.

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