sábado, 15 de octubre de 2011

Círculos Negros



Su vida, él mismo es un cóctel de alegrías y tristezas, de amigos que vienen y van, de líneas de metro o de autobús en ciudades tan distintas como las personas que las habitan.
Su vida, él mismo, es complicado, es como ese jeroglífico endemoniadamente difícil que nunca se llega a resolver, pero cuando se consigue descifrar una mínima parte de las incógnitas, uno aparta el bolígrafo y el papel lleno de anotaciones y se siente bien, aunque no renuncia a seguir descifrando incógnitas. Al fin y al cabo, hay otros que han tirado el bolígrafo sin llegar a hacer ni una sola anotación.
706. Es la incógnita principal. Su vida se puede resumir en esa cifra.
Con permiso de su autor, ya que las siguientes frases son suyas, haré la  presentación de este amigo, para quien no lo conozca.
Nació a su nueva vida cuando todavía no había cumplido 15 años. La matrona que lo trajo a esta nueva vida fue su padre con la ayuda de un amigo que lo arropó con un círculo negro llamado “Quo”. Esa nueva vida le permitió crear un grupo de amigos sin sordera que, poco a poco, fue aumentando hasta… donde el tiempo lo permita.
Desde entonces y hasta ahora, cuando la vida le oprime el pecho esos pedazos de vinilo le proporcionan el aire para respirar; cuando siente el vacío entre sus dedos, vuelve a vivir al sentir el tacto de la suave piel de negro vinilo; si el sonido atronador de la vida intenta ensordecerle, se libera de esa presión con las notas eternas de sus amigos de siempre acariciando sus oídos; en los momentos en que sus ojos se ven arrasados de lágrimas, sus amigos de brillantes cuerpos y surcos que se pierden en el espacio negro devuelven la paz a su mirada.
Sueña las historias que lee como todo lector impenitente, pero sus libros de caballería son sus discos; se siente libre cuando vuela con su imaginación entre cuatro paredes y vinilos negros.
Admira y sigue la trayectoria de músicos de todas las partes del planeta, de genios embutidos en surcos de vinilo, siente y ama la música que se transforma en vinilos para poder ser oída.
Colecciona discos de vinilo, los ama, para él son sus amigos. Se sumerge en la penumbra de su habitación ya que el sol y el vinilo no son buenos compañeros, mira las paredes donde reposan,  observa sus discos, esos amigos que no le han abandonado en años, coge un disco, lo saca lentamente de su funda, lo coloca en el plato, deposita sobre el primer surco la cabeza de diamante y se deja llevar, mira esa pieza que gira sin parar al son de sus sentidos.
Son ya miles de amigos que le han dado la vida, ellos se lo dan todo y no le piden nada.
Cada mañana se despierta con la imagen de sus cuerpos de vinilo. Para él sus discos son algo más que vinilos encerrados en carátulas porque se sintió fuera de este mundo, buscó refugio entre sus amigos de sonidos infinitos y volvió a vivir con los sones de sus viejos vinilos.
Si llega el día en el que alguien descifre el jeroglífico podrá acariciar con él esos vinilos negros que tanto le han dado.
Mientras tanto seguirá coleccionando amigos de vinilo de 30 centímetros.
706 cm2 de vinilo negro (aunque a veces sorprenden vistiéndose de otros colores) y adornados con surcos que encierran toda la magia que se pueda y se quiera descubrir.

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