domingo, 17 de julio de 2011

Las Sombras De Un Patio Andaluz





En ese mágico año del Señor en el que cumplí 15 años, mi mundo cambió para siempre, descubrí los sonidos de la Música y con ello entré en el universo que hasta hoy me ha permitido vivir por encima de muchas cosas. En ese mágico año, con mis quince y sin entender de qué iba la historia, me hicieron llega las composiciones de un grupo que revolucionó para siempre la manera de entender la Música de un pueblo, de una región, una ciudad... un barrio. Yo no los entendí por aquél entonces, pero tiempo después comprendí que fueron los pioneros de muchas cosas, quizás tomando la antorcha de algún despistado que ya se había ido a hacer las américas, quizás fomentando y ampliando lo que algunos intentaron en un momento más difícil, pero pariendo, no sin dolor, una nueva forma de entender una Música que puede ser tan dolorosa como bella.
Triana se empeñó en hacer que los "quejíos" fuesen suaves roces de susurros sobre la piel, que el dolor de un pueblo se hiciese eléctrico y traspasase las fronteras del puente del barrio, que las guitarras eléctricas, la batería y los teclados hablasen de la pena, la gracia y el gusto por un amanecer en un lago, consiguieron que la gente supiera que en el Sur de una tierra algo era diferente.
Nunca se les comprendió, ni en vida del grupo ni tras la muerte de su alma, ni siquiera sus paisanos llegaron a entender la dimensión de tamaño atrevimiento, ni tan siquiera hoy, treinta años después de su desaparición y con una legión de músicos que han copiado y vivido de lo que ellos crearon, se les valora con la intensidad que se debe a unos músicos que de la nada crearon un sonido especial, único y suyo.
Mi piel se ha erizado muchas veces escuchando esas letras salidas de la garganta del talento que fue Jesús de la Rosa, con la guitarra española quejándose mientras las cuerdas de acero de la eléctrica lloraban por las frases de los "quejíos", llantos en historias que eran puro fuego, con la batería golpeando inmisericorde los corazones en composiciones eternas que eran cantos de esperanza ante la realidad cruda y dura de un pueblo. No se les entendió que traspasaran la frontera de lo convencional, del garito oculto en un patio con el humo llenándolo todo mientras el "cantaor" y su acompañante a la guitarra se emborrachaban de dolor, y no se les perdonó que crearan belleza de donde podía haber dolor para enseñar al mundo las raíces, demasiado profundas y escondidas de una forma de vida. 
Triana ha sido una leyenda del Rock andaluz, pero en mi modesto entender ha sido, es y será la puerta a poder unir la Música de muchas épocas y estilos en ese punto donde los sonidos demuestran que están por encima de los hombres, el infinito, porque Triana creó algo universal, inmortal, puso en jaque a los más recalcitrantes que no querían saber nada de ir hacia adelante y enseñó el camino a demasiados que ahora venden la "fusión de..." los pueblos.
Jesús de la Rosa nació para morir rápido, joven y dejar un bonito cadáver, y lo consiguió, como los héroes del rock que deciden tener un sitio en la eternidad, borracho de ginebra cantando uno de sus maravillosos llantos hecho Música, con el gemido del "Hammon" acompañándole en su viaje sin retorno, eterno escritor e intérprete del alma de un pueblo que no sabía ir más allá del puente, con sus historias bellas y su voz privilegiada. Nunca se bajó de su nube, siguió creyendo que era posible, pero cruzar el puente hizo que el río se lo llevara para siempre.
Eduardo Rodriguez pudo perderse en un tablao acompañando a esos bailaores que se dejaban la piel con el taconeo infinito, siendo la parte no aplaudida entre el humo cuando el cantaor rasga el aire, pero encontró al loco y creyó que era posible, y se atrevió a cruzar el río, con su guitarra española y esas palmas que parecían coros de ángeles cuando atravesaba el aire con ellas, entre el órgano y los punteos sin final de la eléctrica. No se lo llevó el río, pero no pudo vivir el sueño, porque nadie creía en él.
Juan José Palacios tocaba la batería porque el dolor hay que sentirlo, y esas letras tan especiales necesitaban ser grabadas a sangre y fuego, y qué mejor que con la voz de un visionario y los timbales de un creyente de lo imposible. No pudo atravesar el puente, el mito murió y la estela de todo lo que pudo ser se lo llevó a él, entre garitos, calles empedradas y la espera de lo que debió ser cuando esos tres viajeros del futuro decidieron embarcarse en un viaje que nunca tuvo un final.
Triana fue, es y será por siempre un pedazo de la historia de la Música con mayúsculas, como esos grandes que se atrevieron y llegaron a lugares donde nadie había estado, creadores de un estilo único, con un sello inconfundible que les hacía ser ellos mismos, pioneros de algo que ahora puede ser demasiado habitual, pero que nadie como ellos han sabido transmitir, porque aún hoy la piel se puede erizar, el alma encoger paseando por el lago de los sueños, en un lugar donde el Sol amanece para cada uno, con las sombras de un patio andaluz en una tarde de primavera oliendo a azahar.




1 comentario:

  1. Los vi en directo en el 80, ellos eran tres y los que estábamos allí.. cuatro, aún recuerdo claramente la imagen del grupo, la disposición de cada uno en el escenario, pero sobre todo como sonó esa voz inconfundible, y como se fundió con esas melodías que nacían desde lo más profundo de la tierra.. Aún lo recuerdo.

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