martes, 19 de julio de 2011

Las Ciudades Invisibles

Una reseña sobre un libro muy especial del gran Italo Calvino que nos trae nuestra Amiga y voraz lectora Clara. Tuya es la entrada...


Las ciudades invisibles
Cuando abro un libro y siento que es distinto me engancho a él, lo tengo siempre a la vista y busco cualquier momento para sumergirme en él. Esto es lo que me sucedió con “Las ciudades invisibles”, de Italo Calvino. Un queridísimo amigo me lo regaló, lo comencé a leer y algo se revolvió dentro de mí.
El autor ha dividido el libro en nueve partes introducidas y cerradas por un diálogo entre dos personajes. Cada parte, además del diálogo consta de cinco o diez  pequeños capítulos. Cada capítulo es la descripción de una ciudad, cada una con su nombre y apellido. El nombre es único para cada una de ellas, el  apellido es el mismo para cada cinco de esas ciudades, así podemos encontrar “ciudades y la memoria”, “ciudades y los signos”, “ciudades continuas”… hasta llegar a conocer once familias distintas de ciudades.
Contado así, puede parecer un libro como otro cualquiera, pero nada más lejos de la realidad. La realidad de este libro es inmensa, es tan grande y variada como lo son sus lectores.
Tengo que decir que en tres meses que hace que el libro llegó a mis manos lo he leído dos veces. La primera vez lo leí tal cual viene presentado, capítulo a capítulo, el dos siempre después del uno y así hasta el final.
La segunda vez que lo leí lo hice provista de una libreta, de bolígrafo y puntos de lectura de diversos colores, aunque lo hice dentro de un cierto desorden, seguí un orden establecido, por familias de ciudades, dejando para el final los diálogos, considerándolos una única historia diferente.
No sé cómo expresar lo que este libro ha significado para mí. La descripción de cada una de las ciudades no es sino la descripción de un deseo, un anhelo, un temor, una realidad no reconocida o asumida, que llenan las mentes, las almas y las vidas de los humanos. Desde el deseo infantil de que la escuela y las obligaciones de cada día sean lo pasajero mientras la feria y la diversión sean lo habitual, pasando por el hecho de que a veces no vivimos nuestra vida sino la vida que otros deciden que debemos vivir o llegando al temor de lo desconocido por venir. Muchos son los miedos, los anhelos, los sueños reflejados en las distintas ciudades, nos sentiremos identificados con alguna ciudad, con otras no, pero todas nos mostrarán un rasgo tan humano como humanas son las ciudades que se nos muestran.
Y ¿qué decir de la relación de Kublai Kan y Marco Polo, de sus diálogos? Dos personajes tan distintos que consiguen comunicarse simplemente con los gestos, que llegan a entablar una relación sublime llena de respeto, que se empapan mutuamente de sus vivencias.
Aparte de todo esto, la colección de frases o retazos de diálogos maravillosos y cargados de significado es tal que si quisiera reproducirlas todas tendría que copiar gran parte del libro. A modo de ejemplo transcribo tres que me han marcado especialmente:
-      “Una vibración lujuriosa mueve a Cloe, la más casta de las ciudades. Si hombres y mujeres comenzaran a vivir sus sueños efímeros cada fantasma se convertiría en una persona con quien empezar una historia de persecuciones, de ficciones, de malentendidos, de opresiones y el carrusel de las fantasías se detendría”.
-      “Marco Polo describe un puente, piedra a piedra. ¿Pero cuál es la piedra que sostiene el puente? pregunta Kublai. El puente no se sujeta por esta piedra o aquella otra, sino por la línea del arco que forman, responde Marco. ¿Por qué me hablas de las piedras? Es sólo el arco lo que me importa. Sin piedras no hay arco.”
-      “El infierno de los vivos no es cualquier cosa que será, hay uno, es aquél que ya está aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Hay dos modos de no sufrirlo. El primero muchos lo consiguen fácilmente: aceptar el infierno y formar parte de él hasta llegar al punto de no verlo. El segundo es peligroso y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer qué cosa, en medio del infierno, no es infierno y hacerlo durar, darle espacio.”
Se podrían decir muchas cosas de este libro, pero como para mí está hecho de sentimientos, creo que la mejor forma de saber de él es leerlo.

1 comentario:

  1. El Infierno de los vivos no es algo que será... quizás porque somos el propio Infierno y nacemos, vivimos y morimos en él. Quizás porque los vivos no buscamos otra cosa que el Infierno, y ver lo que no es tal, dentro del mismo, es tan complicado como vernos a nosotros sin ser ese Infierno que nos devora, nos abduce, nos engulle, ese Infierno que somos nosotros mismos, por ser Seres Humanos.

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