sábado, 2 de julio de 2011

De Dublin... Al Rock


Me enamoré de Thin Lizzy con quince años (debía ser una época de hormonas rítmicas desenfrenadas, porque me vinieron muchos amores musicales) y sigo enganchado a su Música, porque aunque no estén, no desde que Lynott se fue por mucho que siga el nombre, sus sensaciones en forma de notas son y serán eternas, y eso que me enganchó no va a dejarme nunca.
Eso sí, me enamoré del Thin Lizzy de su segunda etapa, el que creó ese sonido tan suyo con dos guitarras mágicas y una sección rítmica simplemente impresionante, después me obligué a conocerles en toda su extensión, pero el que me hizo suyo siendo un chaval fue ese. Yo era de rock, realmente me encantaba el Hard y el rock más básico, no sentía otras sensaciones más allá porque tampoco las conocía, ni podía descubrirlas en ningún sitio, pero encontrarme de bruces con esta manera de entenderlo fue impactante para mí, porque me emocionó como nunca antes.
Era tan fácil seguirles, moverse al ritmo de sus canciones, tocar la guitarra en el aire imaginándome uno de ellos, escuchar esa voz sensual y susurrante penetrándote, agarrar los palos y golpear la batería inexistente... era muy fácil, porque eran geniales, y no costaba nada sentirlos, era simplemente rock, pero ¡vaya rock! una energía desconocida para mí hasta entonces, y esas guitarras, ¡¡¡madre mía, qué guitarras!!! algo incendiario, tremendo, genial.
Thin Lizzy ha sido un grupo único, el talento de Lynott componiendo daba ese toque tan suyo, la manera de crear canciones que eran la esencia del Rock Duro con estilo, con clase, sin florituras pero con una manera de entenderlo realmente suya, el sello del grupo, ni más ni menos.
No entendía una manera de hacer Rock, la Música que a mis quince años me poseía, distinta a lo que hacían Thin Lizzy, simplemente me había dejado penetrar, y también fueron mi primera experiencia visual en el viejo vídeo "Beta", algo que después de los años también me dejó huella.
Su Música es pura seda, sus dobles punteos maravillosos diálogos en el infinito, la base rítmica una auténtica barca que te lleva hasta donde quieren, la voz ese bálsamo que te hace el amor, y todo unido una máquina perfecta de Rock Duro, unos genios que durante poco más de una década llenaron el universo de sonidos y canciones intemporales, imprescindibles para cualquier amante de la buena Música. Eran especiales, y como tal los recuerdo, no hay otro sonido igual en este estilo que tanto me gusta, y ya no hablo de la calidad, es simplemente su sello, su marca de la casa, han sido, son y serán Thin Lizzy, puro Rock.
Phil Lynott nació para esto, ser cantante, guitarra o bajista, quizás esto último fue casualidad, porque guitarras los había muy buenos, pero cuando decidió allá en Dublín que tenía que cantar lo que le salía de dentro no pudo encontrar mejor forma, y por eso se plantó delante de un micro con cuatro cuerdas aporreadas de forma furiosa, con ese bajo colgado casi como un violín, su pelo afro y su permanente chulería, pero siempre lo tuvo claro, sólo tenía que hacerlo sonar.
Brian Downey se encontró con su amigo, el afro, y le dejó claro cómo hacer que sus canciones tuvieran ritmo, el que le diera la gana, porque este tipo nació con una batería entre las piernas, sino es imposible que hiciera lo que hace, eso no se aprende, se lleva en los genes, y claro, de genes hablamos, porque el otro iba sobrado para lo demás, así es que con él podían aguantar cualquier creación que se le ocurriera, pegar no iba a dejar de pegar con esos timbales que marcan lo que sea, como sea, a quien sea.
Scott Gorham tocaba la guitarra, y tocaba muy bien, ¡qué jooooé! tocaba de maravilla, ese sonido limpio, impoluto, casi inmaculado, esos rifs eternos de puro rock'n'roll, con su pelo lacio hasta la cintura parecía otra cosa, pero era guitarrista, y el del pelo afro, que se había quedado sin uno, encontró un diamante en estado puro, porque sus creaciones le iban como anillo al dedo, o al traste, y se convirtió en guitarra de un grupo de rock, sin estridencias, pantalones ajustados y pelo inmaculado, como el sonido de su Gibson.
Brian Robertson andaba por ahí, y andando andando escuchó la guitarra de su compañero, y la suya, sin saber por qué, se puso a sonar, y cambiaban los solos de uno a otro, y se marcaban ritmos endiablados, y podían porque el del pelo afro y el batería les cubrían el culo de aquella manera, y así apareció en un estudio, y el círculo se cerró, y esas canciones maravillosas tomaron forma, con los duetos únicos de ese sonido tan... Thin Lizzy.
Nunca dejarán de emocionarme, ahora todo lo que conlleva su Música, porque treinta y tantos años después he descubierto mucho más de ellos, y es más de lo mismo, Música, clase, maravillosas sensaciones, increíbles creaciones, en definitiva, Thin Lizzy, una historia de amor eterno.

1 comentario:

  1. Tuve un amigo al que este grupo le volvía loco y no me extraña, lo estaba viviendo en su máximo esplendor y de esto ya han pasado ..algo más de media vida en años. Ahora, me ha tocado a mí, me han seducido y es mi momento. Los escucho y me tiembla el alma. .no lo puedo evitar. Y aunque no sean (alguno sí), he querido verlos en un intento de satisfacer un deseo, aunque ahora, sólo sean el lejano rastro de un grupo que fue un icono del Rock. No son lo mismo pero no me defraudaron, escuche "Dancing in the moonlight” y me emocionaron, por eso, ya lo he dicho.. no lo puedo evitar.

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