domingo, 19 de junio de 2011

Praderas, Caballos y Diligencias.


Mi historia de amor con The Marshall Tucker Band comenzó hace más de treinta años, cuando a mis dieciséis alguien me regaló su primer grandes éxitos.
No me suelen impactar de entrada las cosas que escucho, temas aislados sí, pero globalmente necesito degustarlo, siempre ha sido así, a los quince y ahora, casi con cincuenta, pero con ellos fue distinto, ellos consiguieron que sus melodías me atravesaran una a una sin excepción, y fue el primer grupo que realmente me enamoró en toda regla (más tarde he tenido muchos, pero los primeros... MTB) hasta encontrarme con ellos en sueños disfrutando de su Música.
Siempre han sido especiales, su forma de componer es simplemente mágica, pero su manera de interpretar lo creado es única, son una banda y al mismo tiempo seis componentes maravillosos, cada uno con su rol  y poniéndose al servicio de un grupo que suena como los ángeles. Su sonido me lleva a las estrellas, me resulta tan fácil sentirlos que son parte de mi alma sin esfuerzo, y esos temas eternos, esas maravillosas canciones que son parte de mi piel... ¡qué delicia sentirse así!
Mi banda, la original, o como dicen por allí "The Original Lineup" es un grupo de músicos que no pueden estar en ningún otro lugar, por eso las estrellas se los llevaron (al menos a tres de ellos) y el resto vive en las praderas de los sueños. Para este enamorado de los sonidos, apasionado seguidor de la Música como sentimiento, agradecer lo que ellos me han dado sería quedarme tan corto que nunca haría justicia a tantos momentos vibrando solo o en compañía de esa gente que me sonreía cuando un tema entraba, entre cerveza y cerveza o con algún beso furtivo buscado en alguna de sus baladas sensuales.
Toy Caldwell se transformó en hombre para tocar la guitarra, cansado del infinito como morada, y agarró su preciosa "Gibson" para deleitarnos con esos rifs inigualables, esos solos espeluznantes, tan bellos como complejos, con sus dedos resbalando sin pausa por el traste que lo adoraba, dejando en ridículo a más de un erudito que pensaba que ser guitarrista era otra cosa, no parte del instrumento donde dejas las entrañas. Sus solos me dejan exhausto, porque los hago parte de mí, y es mucho gasto de aliento vital querer seguirle.
Tommy Caldwell, nunca supo que las cuatro cuerdas transformaban la guitarra en bajo, que era parte de una sección rítmica, él siempre concibió tocar el bajo como si a una guitarra se le hubieran caído dos cuerdas, y así lo hacía, eternos solos que desconcertaban, sonidos graves sin pausa cual guitarrista estrella de cualquier... grupo, que muchos hay, y con ese instrumento me hizo llegar hasta donde nadie me había llevado, a través de esas notas que están mal vistas para el que debe estar siempre en la parte de atrás del escenario.
George McCorkle no quería ser estrella, le gustaba tocar la guitarra, hacer Música con un grupo de amigos, y se encontró metido en una banda única, donde su sonido nunca sobraba porque él envolvía a las estrellas, les hacía ser maravillosos, empujaba a que se elevaran sobre los mortales creando ese lecho que aseguraba caer en blando, y así, sin saberlo, se fue acercando tanto a ellas que se convirtió sin quererlo en otra estrella, sin voz, en silencio, pero apurando sus momentos con esos ritmos maravillosos que nadie puede dejar de escuchar.
Paul Riddle dejó bien claro que era el último, siempre estaría detrás en el escenario, no le verían su eterna perilla oculta tras los timbales y los platillos, tan solo unas baquetas que atravesaban el aire al ritmo que su corazón le imponía, pero también dejó claro que él crearía ese ritmo, y que los demás, si querían cambiarlo, deberían mirarle, a pesar de estar en la parte de atrás, allá, donde los focos a veces no llegan, porque les haría bailar al son de su alma, y ese ritmo es pura magia.
Jerry Eubanks fue a lo sencillo, ya no quedaban guitarras, ni bajos, ni batería, ni... y decidió tocar la flauta, el saxo, los teclados, bien es cierto que era un incomprendido, eso no se llevaba en el rock sureño, por eso estaba como apartado, entrando con esos solos tremendos que arrasan, esa pausa o ese ritmo que provoca todos los ambientes, pero claro, al ser un incomprendido lo hace cuando quiere, como quiere, y crea ese sonido tan distinto, tan de la banda... ¿será premeditado? quizás no es tan extraño como parece, o si no que se lo digan a los otros cinco.
Doug Gray siempre quiso cantar, se buscó a un par de amigos y montó un grupo, pero mira por donde cantaba como los ángeles, y siguió haciéndolo porque no había otra voz igual, era mágico, la voz de la MTB, ¿nada más? nada menos. Aún canta, y mantiene el legado vivo, eso es algo grande, lo otro... mi "The Original Lineup" es algo sagrado, ya lo siento, Doug, pero es que soy un nostálgico, eso sí, el tío sigue cantando, y cuando lo hacía con los otros cinco no le callaba ni Dios, ni falta que hacía ¡con esa voz...!
Era un grupo, seis tipos pero un grupo, por eso cuando uno se fue no era lo mismo, a pesar de muchas cosas, de seguir enamorándome, atravesándome, haciéndome el amor con cada solo, cada rif, cada sonido de la flauta, cada estrofa... me faltaba la guitarra que perdió dos cuerdas, y no, no era lo mismo. Hoy me da igual, sigo enamorado de The Marshall Tucker Band, su Música, sus sonidos, su forma de entender esa magia que creaban, hasta ese décimo disco sobre todo, pero sigo enamorado, ellos me engancharon de pronto y no me solté, debe ser eso, que no tengo ni pajolera idea pero soy un nostálgico, estoy seguro que es eso.
La verdad, esto podría quedar bien recordando discos y temas, pero no me acuerdo del nombre de ninguno, será la edad o que para mí es un sentimiento, mejor aún, más que un sentimiento, los nombres en la WEB, el alma en cada palabra escrita, salvo un nombre, una sensación, un toque de seda,  The Marshall Tucker Band, un amor siempre correspondido.






2 comentarios:

  1. Mi reacción al oirlos por vez primera, fue decir que no había escuchado nada parecido hasta entonces. Fue increíble. Esos ritmos me removieron las entrañas y la voz mas musical que jamás había conocido, me inundó los sentidos. Cuanto mas les escucho, mas aprecio sus sonidos..mas me gustan.

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  2. Me pasa lo mismo que al autor de este blog, que me repito. Pero hay veces que no se puede evitar.
    "In my own way" o "Keeps me from all wrong" me hacen viajar por las aridas tierras sureñas, me hace imaginar un tipo tocando la armónica sacando todo el sentimiento que lleva dentro, me invitan a ponerme las botas camperas y taconear (¡ojala supiera!) en un viejo pajar donde unos barbudos tocan el violín, el banjo y cantan con sus voces desgarradas.
    Creo que ya lo he dicho en otras ocasiones, me encanta lo que sabe a terruño, a raíces.
    Hasta el próximo.
    Ciao

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