domingo, 19 de junio de 2011

El Cielo Como Techo

Un placer presentar una colaboración de una persona excepcional, mejor Amiga e increíble mujer, que me ha hecho llegar unas palabras (de seda, según he podido comprobar) y que con sumo gusto publico como entrada, porque la belleza, compartida, se vive más. Nua, gracias por hacernos sentir


¿Dónde está mi habitación?
           
 Al abrir la puerta veo con asombro que las superficies planas que habitualmente forman las paredes de ese pequeño habitáculo se han esfumado, y los ángulos rectos que cierran esa figura geométrica, desorientados tras perder su utilidad, han desaparecido convirtiendo mi reducido dormitorio  en un  extenso y privilegiado mirador a más de mil metros de altura, donde un firmamento repleto de estrellas me aguarda.

El resplandor es tan intenso, que creo que todavía no ha anochecido. Levanto la vista y contemplo fascinada ante mí, el mayor espectáculo del mundo, millones de pequeños destellos me saludan y diminutas lucecitas coquetean conmigo intentado con sus aduladores guiños seducirme. Hipnotizada ante la magnitud de su embrujo  me siento  atrapada entre sus redes, mientras continuo embelesada  admirando su belleza.
           
Están tan cerca, que juraría que puedo tocarlas. Es fácil distinguir con claridad las conocidas constelaciones cuando se perfilan y dibujan con tanta nitidez sobre ese oscuro lienzo. Están preciosas, nunca antes las había tenido tan cerca, porque hoy estoy en lo más alto, donde nadie me alcanza.

Me siento inmersa en medio de la nada, tumbada sobre  un infinito manto. Mi cabeza reposa entre mis manos que entrelazadas levantan suavemente mi nuca, mientras el resto de mi cuerpo descansa  y percibo como la luna en mis ojos riela y escucho al viento gemir enredado entre mi pelo, y el sonoro silencio de la naturaleza permite el descanso de mis oídos, tan necesario y placentero a la vez, y  tan sólo el inagotable trovador  de la noche perturba ese momento, repitiendo sin descanso su monótona melodía  “cric..cric” “cric..cric” es  el señor grillo que me acompaña, advirtiéndome con su canto que aquí, la intrusa soy yo.

Así, con la mirada perdida ante esa majestuosa obra de arte, me olvido que en algún momento de mi vida decidí vivir sumergida en un mundo artificial, hecho por y para el hombre, donde cada vez es más difícil  poder contemplar ese cielo, porque los edificios, el cemento, la polución, la contaminación lumínica.... lo ensucian, lo ocultan, lo esconden, y reconozco lo que me pierdo por no alzar más a menudo la mirada hacia esta otra mitad del mundo, la que va de mis ojos al cielo, porque la mayor parte del tiempo sólo miro desde esa horizontal hacia abajo, y conozco mejor el diseño de las baldosas de las aceras, que las forma de las nubes y sus cambiantes tonalidades.

Pero hoy estoy aquí, huyendo del progreso, la civilización, la mierda. En un lugar alejado  donde lamer las heridas provocadas por un mundo lleno de hipocresía, de lujuria, de maldad, donde reina el agobio, la insatisfacción, la insensatez, la locura.

 Ni cerca ni  lejos de ningún sitio, con la vista perdida en este océano de estrellas  me siento  a gusto, nada ni nadie me reclama.
 Así a solas, tranquila, plácida, relajada mientras  una seductora música hace que mi mente invente danzas para esas pequeñas luciérnagas curiosas  que brillan en el firmamento y que con sus movimientos destellantes escenifican una historia interminable para mí, consiguiendo con ello que sueñe.

El sentimiento de comunión con la naturaleza en estado puro que siento desde aquí arriba, consigue equilibrar mi deteriorado estado de ánimo, y con ese fondo como decorado, no puedo evitar que mis particulares gotas de rocío resbalen por mis mejillas, conmovida ante la grandiosidad que me rodea, mientras intento ordenar mis propios pensamientos evitando ser la esclava de sus caprichos y desvaríos, suspendida en el tiempo.

Las estrellas son inalcanzables, al igual que los sueños, cuando despiertas todo ha vuelto a su sitio, las paredes, la puerta, la ventana, los muebles, todo ocupan el lugar de siempre. Mi habitación nunca ha cambiado siempre ha sido la misma, o quizás no, ahora me doy cuenta de que falta algo, el techo, porque a partir de ahora mi dormitorio no va a tener techo, el firmamento marcará el límite.   

1 comentario:

  1. Precioso Nua, te imagino en ese momento mirando las estrellas, un espiritu libre contemplando el infinito..soñando con ser una de ellas.
    Toda una demostración de sensibilidad.Bss

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