domingo, 5 de junio de 2011

El Celo


Me he encontrado, por enésima vez, mirando embobada esos miles de amigos que me cubren la espalda cuando no estoy, cuando "paseo por los Sueños" a través de mis locuras, mis desvaríos, mis apasionados derrames emocionales al hablar de ellos.
Mis ojos no buscan nada cuando les observo, simplemente repaso esos cantos cuyas letras no puedo apreciar por la distancia y el tamaño pero que sé a quién corresponde, cada obra que en algún momento llegó a mí y se quedó como un invitado apreciando el trato de su anfitrión, relación que comienza siendo sonidos despedidos al aire y termina como un amor que nunca sé explicar.
Estoy mirándoles, sonriendo al recordar tantos instantes de belleza emocional a través de sus surcos de vinilo, momentos mágicos acariciándolos para provocar sus jadeos en forma de composiciones sin fin, los dedos paseándose por su contorno para acoplar, como si de un coito se tratara, ese diamante que les acaricia y consigue hacerlos gritar y hacerme gemir de placer.
No soy una mujer que se deje seducir fácilmente, me gusta el juego de las caricias, los susurros, el beso furtivo y la palabra precisa en ese momento en el cual siento la pasión y mi vientre arder para "escuchar" mis labios anunciándome el éxtasis; no exijo a los hombres (benditos sean los que he tratado, pura sensibilidad y emoción) que se vacíen con su cuerpo en el mío, pido más esos ojos penetrándome al ser poseídos el uno al otro, y no desdeño de mi propio placer cuando se trata de estar, como estoy ahora, con quien me provoca todas estas sensaciones que puedo plasmar en la soledad escuchando una obra imperecedera.
Ellos, mis discos, los vinilos que guardan con celo en su interior esa magia llamada Música, me acarician, me susurran, besan de forma furtiva mis labios y comunican esas palabras que hacen que mi vientre sea puro fuego, apasionado cuerpo que se entrega hasta "escuchar" mis labios, quizás en mitad de un solo descarnado, una voz que clama al cielo, una banda que te lleva al éxtasis.
Miro mientras me emociono, observo sus "ADN" en forma de portadas de mil colores, dibujos o fotos que retengo en mi memoria año tras año, década a década, y siento su calor cuando de nuevo, millones de veces después, volvemos a hacer el amor como el amante que me cuida en el espacio del lecho, sujetando mi cuerpo arqueado que le busca, aunque en estos casos sea mi mano la que acaricia el suave vinilo y mi cuerpo expectante.
No hay camino de retorno con ellos, voy hacia adelante con mis recuerdos y su magia, mi alma de mujer se busca para ser, otra vez, una con sus sonidos.
Os Quiero...

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