viernes, 3 de junio de 2011

De Vinilos y Otras Glorias XXXVI

Hubo una época, ¡bendito espacio de tiempo! en la cual la Música, concebida como negros vinilos (salvo excepciones) parecía tener como regla no escrita para artistas y grupos la edición, en algún lugar de su discografía, de esos dobles en directo que nos hacían vibrar por ser lo más cercano a sentir a nuestros genios, y que en muchos casos los encumbraron a mitos y en otros no les hicieron justicia.
Comenzamos en “Paseando por los Sueños” dentro de nuestro espacio para los vinilos y otras glorias (a saber) un recorrido por esas obras dobles y además en directo que me hicieron llegar a lo más cercano de tenerles, cuando esa posibilidad era simplemente una quimera. Desde mis deseos, mis gustos y opiniones, más Música, más obras porque quiero y me da la gana, comenzando por…


 Van Morrison (It’s Too Late To Stop Now) 1973



No siento ser como soy, ni demostrar mis deseos en temas de Música, por eso, hablando de esta descomunal obra, no me cubre la vergüenza sino todo lo contrario al decir que se trata del mejor disco en directo de la historia.
Que Morrison es un genio está claro, salvo para los que lo consideran un pestiño y tienen todo el derecho, y que su Música es especial también, pero trasladar esa Música a un escenario y hacer que todo sea perfecto, sólo está al alcance de los elegidos, y este irlandés es uno de ellos.
Desde la primera nota del “Ain’t nothin’ you can do” a los aplausos finales del “Cypress Avenue” lo que te llega a los oídos es una máquina perfectamente ensamblada que suena como casi nunca se ha oído, y el concretar los arreglos de cuerdas, vientos y percusiones como lo hace él es lo más parecido a una orquesta sinfónica en clave de pop-rock que se haya hecho.
Creo que por primera y única vez en su carrera Morrison era parte de la banda, además consciente de ello, y salvo por esa voz única que te atraviesa el alma, se sumerge en sus propias creaciones de la mano de unos músicos excepcionales, que simplemente disfrutan y gozan con lo que hacen. Él se centra en comenzar una a una todas las maravillas que van sonando, la banda le sigue y durante las distintas canciones crean y recrean solos impresionantes, cuando no forman un bloque tan compacto, sin fisuras, que no se puede escapar ni un suspiro.
Esto provoca la ingravidez entre público y banda, y aunque la grabación es de dos conciertos muy distintos (L.A. y Londres) el público se comporta igual, absolutamente entregado en esos silencios tan suyos, esos momentos de auténtica vorágine musical, esos espacios donde el “León de Belfast” se va de este mundo y viaja por su Caledonia en pleno éxtasis. Un fan exaltado que no podía retener su placer provocó la frase en boca de Morrison que ha quedado como título de esta obra increíble, una joya de la Música sin paliativos.
Un primer disco de clásicos primitivos, canciones más cortas con la banda en pleno éxtasis lanzada o manteniendo lo que quería, la maravillosa “Into the mystic”, esa rítmica “”These dreams of you”, las más atípicas en su estilo “I’ve been working”, “Help Me” y trallazos como “Domino”, “Wild Children”… hacen de esta primera parte una auténtica barbaridad que sólo podía ser superada por ellos mismos, en un  segundo disco sin fisuras, sin nada que no sea Música con mayúsculas, pero donde los temas de más de ocho minutos se dan cita en una orgía compuesta por Morrison, sus músicos y los que acompañan esta gira histórica. El comienzo, con ese regalo atronador y brutal que es la versión del “Bring It On Home To Me” al que sigue la esperanzadora “Saint Dominic’s Preview” otra joya, y otra más con “Listen to the Lion” donde el león ruge y se te mete hasta el alma, para girar el disco y encontrarte con el puñetazo directo al estómago que son “Caravan”, la mejor conjunción entre músico y banda que he escuchado en directo, y “Cypress Avenue” donde el genio se vence a su propia creación y se marcha de este mundo.
Si no fuera porque son mitos dentro del mito, sería anecdótico hablar de la banda, pero John Platania, David Hayes, Jeff Labes, Jack Schroer, Dahaud Shaar… no son anécdota, son esa banda que hacía que todo fuese posible.
Para terminar, la portada, esa imagen de un Morrison absolutamente entregado, casi en éxtasis, con una contraportada igual de brutal y unas fotos interiores donde se recoge lo que ese hombre siente cuando da lo que lleva dentro. Más fotos de la banda y algún título de crédito completan esta joya de la Música de todos los tiempos.
¿Que no se comparte? sería tan aburrido que no me gustaría en absoluto.






2 comentarios:

  1. Nunca reprimo lo que me produce escuchar Música, simplemente me dejo llevar hasta donde ella quiera, pero en el caso de Van Morrison y en concreto este álbum (el nº98), que me llegó de mi Amigo de la Música, vence todos mis sentidos, me puede, me rindo.. como ahora, suena "I Belive To My Soul", difícil escapar a ese ataque de sensibilidad y que el por ser quien es, domina a la perfección: Un genio.

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  2. Cuando los genios se encuentran frente a los suyos se crecen y pasa lo que pasa, que no se les puede alcanzar.
    Estoy disfrutando desde hace una maravillosa hora de este disco. El saxo de Caravan me está acariciando en este momento y es algo sublime.
    Os dejo porque aunque solemos decir que las mujeres podemos hacer varias cosas a la vez, yo ahora prefiero hacer solo una, seguir en el backstage de Van Morrison.
    Ciao

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