miércoles, 8 de junio de 2011

Cine

Nos llega una reseña de nuestra Amiga y seguidora Clara sobre un film visioneado hace poco, muy poco. Para los amantes de las historias con sentido...


Cuando voy al cine  no pretendo salir diciendo cosas como “menuda película, qué dirección, vaya interpretación magistral”. Simplemente busco pasar un rato agradable y disfrutar bien sea con la historia, con alguno de los personajes o simplemente con la fotografía o la banda sonora.
Y eso es lo que sucedió la semana pasada.
Me encanta París, sus bulevares, los rincones de la zona alta de la ciudad, aparte de haber disfrutado, en uno de sus puentes más famosos, de la pelea de amor más bonita que he visto en mi vida. Por eso, cuando vi un trailer de la película no me lo pensé dos veces y me senté en el centro de la sala de cine una tarde en la que se preveía poco público debido a un acontecimiento deportivo de relevancia en mi ciudad.
La película en sí es un cuento muy tierno donde se mezclan el amor con la realización de los sueños más inocentes y puros de una persona, en este caso, un joven escritor que intenta hacerse un hueco en el mundo de las letras y que se emociona y aprovecha las enseñanzas de quienes ya se han consagrado, como un niño sigue las enseñanzas de su maestro.
La añoranza de tiempos pasados idealizados nos va llevando hacia atrás llegando a conseguir la carcajada fresca y sincera con las situaciones planteadas en la película.
No creo que se pueda considerar una “gran película”, pero a mí me dejó buen sabor de boca la historia en sí, la fotografía de callejas y paseos de París y la música, acorde con la historia contada y que te hace trasladarte 100 años atrás en el tiempo.


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