martes, 10 de mayo de 2011

NYC-París

Un placer para el que suscribe traer a estas páginas un artista que me enamora, al que tuve la suerte de sentir en directo y que en silencio es uno de los grandes del rock que cuenta historias, que te dice cosas, que te mira a los ojos y te entra en el alma.


El metro de New York vio nacer como artista a este increíble trovador moderno, cantante y contador de historias rasgadoras sobre el ser humano, la calle, el metro, las alcantarillas, los amantes incomprendidos, las ciudades y su miseria... porque este cantante y trovador moderno sabe mucho de eso, porque él comenzó comiendo en los platos vacíos de las colas del metro, y buscó la luz de la superficie ascendiendo por los ascensores que no llevan a ninguna parte, porque Elliott Murphy no canta nada inventado, lo toma de la vida, lo ve y lo transforma en impresionantes temas que te hablan de tu conciencia, de la conciencia ajena y de todo lo que rodea al hombre.
Elliott Murphy no tiene nada que temer, porque lo ha visto casi todo, porque viene de vuelta de todo, porque su ciudad le enseñó la vida y la muerte, y le dio la oportunidad de transformar estas enseñanzas en cantos de esperanzas, o para los que sólo pueden oírse a sí mismos en temas escritos con la sensibilidad del que sabe que conecta con los que quieren escucharle; Elliott Murphy no tiene nada que perder, aunque ahora lo tenga casi todo en el panorama musical y en lo personal, porque ya perdió parte de su alma cuando se ganaba unas monedas en las escaleras, por eso se puede permitir tomar su guitarra y perderse por países que le han acogido y en los que se siente a gusto solo, sin banda, sin más músicos, tocando en cafés o bares o salas para cincuenta personas, porque durante mucho tiempo tocó para él solo y para los borrachos que le escuchaban en el metro de su querida New York, por eso su Música es personal e intransferible, por eso cuando se rodea de Músicos para sus creaciones son amigos de siempre, su cara refleja honestidad, sus obras son impresionantes muestras de clase que encierran su sinceridad, está fuera del sistema, y no es una “Rock Star”, por eso nos apasiona y le queremos.
Cuando su guitarra rasga el silencio, y su armónica se desliza por sus labios, algo va a cambiar en unos instantes, porque una historia memorable te asaltará si no estás preparado, y es difícil escapar a este juglar que te dice las cosas a la cara y sin tapujos, a fin de cuentas no tiene nada que esconder, ya estuvo escondido queriendo salir, y vio irse a muchos, y estuvo a punto de irse, pero (cosas del destino, de la suerte, de las banalidades de los que deciden, del sistema...) encontró la escalera que iba a la superficie, encontró el camino para darle al mundo su Música, y nos lo encontramos en portadas de discos, con su pelo lacio amarillo y su cara de... no saber de qué iba esto, pero sí que lo sabe, demasiado bien, por eso ahora se permite tomar bajo su protección a jóvenes que no están en el metro pero que se encuentran dentro del submundo que funciona si no estás en el mercadillo que es el negocio, y apoya a Músicos que empiezan, y les da su saber, y les empuja, y les lleva.
Elliott Murphy no tiene nada que demostrar, nunca lo ha hecho, nunca lo ha querido hacer, es un compositor de poemas, es un gran Músico, pero ante todo hace la Música que quiere, la que le gusta, y ahora sin vagones de trenes por medio, sin miles de personas pasando a toda “leche” y tirándole monedas, aunque en esencia todo sigue igual, el metro está bajo tierra, pero a lo que canta Elliott Murphy está en todas partes, en el crío golpeado, la mujer violada, el hombre machacado por la vida... y si no, escucha sus relatos, porque quien no sienta nada al escuchar “Just a story from America”, “Party Girls/Broken Poets”, “Lost Generation”, “Night Lights”, “Diamond by the Yards”... está muerto, es sordo, de piedra o uno de los que provocan parte de la miseria que cuentan.


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