sábado, 7 de mayo de 2011

La verdad no existe

Una querida Amiga, extremeña para más señas y amante de las artes y lo desconocido, nos envía este pequeño comentario o reflexión, según se mire, sobre algo demasiado futil.

La verdad no existe, nosotros queremos creer que es así, pero no sabemos a qué nos referimos. Pensamos en algo y tras valorar lo que nos produce, sensación, bienestar, rechazo, placer, miedo... hacemos un esbozo de lo que es, y ahí pensamos en un singular tan extremo que sólo es uno, y ese uno, queridos amigos, no es nada en este océano de ideas que es la humanidad y sus componentes.
La verdad no existe, porque sería admitir que una idea, una creencia, una norma es por sí misma lo que abarca todo aquello que significa, y es imposible poner en boca de la colectividad algo como absoluto, simplemente porque no se puede concebir.
Cierto es que nos regimos por leyes escritas, costumbres de siglos pasados, normas y formas de entender lo que nos rodea, pero todo es tan cambiante, tan etéreo, tan ligero en el tiempo y el recorrido de la humanidad, que no sirve para nada más que un período preciso y concreto que a veces incluso resulta ridículo por el espacio en el cual se desarrolla.
La verdad, esa que crean los gobernantes, la que ni tan siquiera es porque ellos mismos no son cuando la hacen ver la luz, no ocupa ni un porcentaje asumible que pueda llevar a creer en algo con la contundencia de lo que debería guiarnos como norma de vida.
Somos un conjunto de ideas que nos mueven hacia donde queremos dirigirnos, existe una verdad para cada acto que hacemos, que a su vez se multiplica por cada acto que se hace, no existe la posibilidad de reconciliar todos los hechos que ocurren cada instante como convencimiento de quien lo hace, por él mismo o por lo establecido, porque el cambio de ámbito social te puede llevar a obligarte en esa otra verdad y crear tú la tuya, distinta por supuesto, en base a lo que en ese momento te toca vivir.
Tengo mi verdad, que comparto en lo que puedo, que me hace rechazar otras tan válidas como la mía, aún respetando que puedan existir, pero no aceptando que sean al margen de la que yo he creado, por eso su existencia, la de mi certeza y el resto de las distintas que se derraman como pensamientos o hechos cada día, es tan íntima como lo soy yo, aunque a veces coincidan con otras de otros seres, por eso no existe porque no es para nadie que no sea yo misma, y eso desvanece el grado de autenticidad que tiene, si no puede servir para realizar... ya que no sirve para organizar.
La verdad no existe, murió con los primeros seres que decidieron discrepar y tirar cada uno por su lado, en ese instante nada es lo que debe, aunque la fuerza de nuestra razón sea poderosa (véanse ejemplos de esas verdades obligadas bajo el yugo de la espada) o simplemente provoquen la muerte a su creador, es en definitiva un ente que no va más allá de la creencia vacía de cada ser humano, aunque sigamos creyendo que sí, que es porque las normas son, las matemáticas existen y la moral que guía nuestros pasos hacen de todo esto un lugar factible para estar.
"Buscadme en ese caso allá arriba, en la tierra de los sueños imposibles"

Habéis disfrutado, espero, de una reflexión que fue publicada por la autora (Amiga y algo más del que suscribe) en la revista semanal de la Universidad Politécnica de Extremadura (UPE) en su número 23; una mente despierta, ágil y consecuente con sus ideas, os lo aseguro.
Gracias por querer estar con nosotros en este "Paseo por los Sueños", y hasta la próxima (espero) 

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