jueves, 5 de mayo de 2011

El Cielo En Sus Brazos

Cierro la puerta, me apoyo contra la pared. Ella frente a mí, me mira con la cabeza levemente descansada sobre su hombro. Sujeto las solapas de su chaquetilla y la acerco hacia mi cuerpo para seguidamente apoyarla contra la pared; levanto su cabeza, acerco mi mano hacia su cuerpo, hacia su pecho que late con vida desbordada; acaricio sus senos cubiertos por una ligera camiseta de algodón, tomándome mi tiempo el regalo que me envían los dioses, para descender con mi mano buscando tras la camiseta, mientras acaricio con la otra su nuca debajo del cabello sedoso, fragante.
El contacto con su piel desborda mis sentidos. Su ombligo, más arriba sus senos caprichosamente enervados hacia el cielo; se estremece desprendiendo oleadas de calor, se erizan los vellos de mi cuerpo.
Sus manos aprietan con fuerza mi espalda, y como dos deseos sin freno nuestras cabezas se acercan irremisiblemente hasta que los labios se unen en un húmedo beso donde las lenguas inician un lúdico ceremonial, suave e intenso.
Desciende a mi cintura y busca el límite que la separa del sueño, libera mi piel de la ropa que es un obstáculo hacia la felicidad, se libra también de la suya, comenzamos a sentir el calor de dos cuerpos entregados. Sus piernas se elevan hasta rodear mi cintura, buscando el roce con lo que desea hacer suyo, pidiendo ser mía a través de su deseo, deseando que sea suyo dentro de sus entrañas.
Poco a poco voy perdiéndome en su cuerpo, apretando mi pecho contra el suyo para acoplarnos hasta el último centímetro de nuestra piel, mis manos en sus glúteos y las suyas acercando mi cabeza hacia ella, buscándome con sus labios.
La habitación rezuma ternura, pasión, sensualidad, mientras un inmenso torrente de espasmos incontrolados recorre nuestros cuerpos. Besos, besos, sin medida nos tomamos, nos hacemos uno, intercambiamos nuestros deseos buscando la piel del otro, entregados a lo que nuestras mentes han buscado durante demasiado tiempo.
Si existe algún cielo, seguro que está entre sus brazos.


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