domingo, 8 de mayo de 2011

De Vinilos y Otras Glorias XVI

Un pequeño recuerdo a un gran músico injustamente olvidado, o casi, un creador increíble que esta obra se lució para darnos una joyita en bruto que se debe esculpir con cada escucha.


Terry Reid (River) 1973


Este músico que pudo ser una estrella del rock de haber dicho sí a la invitación de Jimmy Page para unirse a los Zeppelin (además él recomendó a Robert Plant para el puesto) ha estado deambulando por esos mundos de dios dejando siempre detalles de su clase, algo que le sobra por arrobas.
En el año 1.973, tras un paréntesis por problemas legales, este inglés de raíces se marcó "River", un tremendo disco de rock con ribetes de todo tipo, pellizcos de soul, blues y algún que otro toque acústico para completar una obra realmente maravillosa.
La voz de Reid se alza majestuosa durante las siete canciones del disco, todas ellas composiciones marcadas por el contra ritmo de la sección rítmica que desarrolla una auténtica orgía sensorial mientras el amigo Terry juega con sus cuerdas vocales, sus cuerdas y las guitarras que maneja a la perfección.
Una tras otra van cayendo temazos como "Dear", "Avenue", "Things To Try"... en un juego tremendo de cabalgadas rítmicas que se van superponiendo a la base de la propia canción. El bajo arrasa con su gravedad, sosteniendo cada rif, mientras la batería hace lo que le da la gana, sigue o se sigue ella sola, como si de un solo continuo se tratara, algo que el propio Terry Reid hace con su voz, porque la mayoría de los temas parecen improvisaciones de letras que no se acaban nunca, incluso cuando algunas de las canciones bajan el volumen para ir terminando, la voz se queda como suspendida haciéndote sentir que la vas a seguir escuchando.
En el apartado de las seis cuerdas, lo ya mencionado, unas guitarras tanto eléctricas como acústicas (preciosas éstas últimas en la tremenda "River" y la ensoñadora "Dream") dominadas con maestría, sin alardes de super crack, pero con una solvencia de un músico muy superior a la media, ayudado por la preciosa voz que te susurra como un amante y además por el gran David Lindley en la steel, la slide y el sitar, por si faltara algo para este banquete que es "River", un disco realmente maravilloso.
Por si acaso te decides, se trata de una delicatessen de esas que alguien decide marcarse porque puede hacerlo, en el disco no hay nada regalado, todos los temas se sienten y las composiciones se desarrollan de forma tan natural que parece no necesitan esfuerzo, pero hay mucho detrás, demasiado bueno.
Un gran disco para escuchar en cualquier lugar y situación, y eso ya es por sí mismo un plus difícil de conseguir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario