viernes, 20 de mayo de 2011

8 u 80

No soy quien para juzgar a nadie, mi condición de mujer me lleva a pensar siempre un paso por delante, pero en este caso no he sabido ver lo que tenía delante de mis ojos, posiblemente porque no miraba a la persona, miraba al hombre, y hacer eso provocaba en mi interior un rechazo a sentir que él pudiera sentir lo mismo, apreciar lo mismo, pensar en lo mismo.
Es cierto, no he sabido ver lo que se encontraba a escasos metros de mi mirada, que era la suya, el aura que emanaba de su sonrisa sincera, sus gestos de cariño y el susurro de su voz. No lo he visto porque he confundido lo que me enseñaron con lo que he vivido y lo que debe ser, y su condición, su sexo, su género me han nublado los sentidos para saber que ante todo era un ser sensible, amigo de sus amigos, fuesen ellas o ellos, amante de las cosas bellas, a pesar de no ser una de nosotras, sensible y emotivo como cualquiera de nosotras. 
Ha tenido que ser un escrito de su puño y letra, porque para mí el ordenador si son sus palabras es su puño y letra, el que me hiciera ver cuan equivocada estaba al pensar que mis emociones con sus palabras, sus pasiones, sus deseos eran fruto de lo limitado de su ser por ser un hombre, y que a pesar de sentirle un poco diferente, no dejaba de ser eso, un hombre. 
Ha tenido que ser ese escrito encerrado en folios sin números el que me abra los ojos para comprender que he sido tan egoísta como para pensar que sólo daba por querer algo, que se entregaba para sacar algún provecho, que su sensibilidad no era más que el deseo de hacer que mis defensas bajaran y entrar en mí, de cualquier manera, pero entrar en mí, y que su susurro y su colección de sonidos maravillosos sólo estaban al servicio de hacer que desnudáramos nuestra alma, nosotras, las mujeres, y así tenernos para lo que un hombre quiere a una mujer.
Soy una de las ocho protagonistas (o al menos de los personajes) reflejados en un escrito que ofrece una lección de cómo el ser humano puede ser, vivir, sentir y querer, ya no digamos amar, al margen de condiciones, sexos, géneros y tópicos estúpidos que nos nublan la mente, uno de los ocho personajes que no supimos (al menos en mi caso, de las demás no soy nadie para juzgar sus actuaciones) entender lo que este hombre, ahora me siento mejor al decir la palabra, realmente quería de nosotras.
Sirvan estas líneas en un lugar que nunca hubiera imaginado visitar para hacerle ver, en esa otra vida que ahora disfruta al margen de todas, que siendo ocho u ochenta, un ser como el que es nunca será entendido, porque como mujer le digo que el miedo a que nos conozcan cierra las puertas de la comprensión y no abre los ojos a lo que por ser demasiado obvio nos negamos a ver.
Sería bueno que tanto como nos ofendemos por ser mancilladas, humilladas, engañadas o violentadas en tantas ocasiones de manera física, moral, emocional... y que tenemos todo el derecho para sentirnos ofendidas porque ahí está la historia para demostrarlo, dejáramos ese sentimiento de libertad equivocada que nos da el que ellos no nos conozcan y dejáramos la puerta abierta para las personas, aunque sean hombres, que realmente nos quieren por ser seres humanos, personas, mujeres, porque he aprendido que perder a hombres como él y no entenderlo es algo irreparable.
Gracias por ese escrito, desgarrador, cruel y duro en lo que me toca, pero sincero como siempre que venías a mí, aunque no lo viera, aunque no lo entendiera, aunque cayera en el tópico y creyera que sólo buscabas el beso furtivo, el polvo fácil o las historias donde poder dominar, de nuevo, a una mujer. Realmente me estremecería de nuevo con tu susurro, vibraría con tus palabras y tus sonidos, soy mujer y es parte de mi condición estremecerme y gozar si quiero, pero estoy convencida de que ahora lo sentiría tan profundamente, que sería doblemente maravilloso, porque vendría de un Amigo y me tocaría el alma, aunque fuera un orgasmo provocado por tu sinceridad sobre nosotras.
No sé las otras, insisto que no soy quien para juzgar, pero yo me he sentido mal porque en lo que pudiera parecer una venganza con palabras, he descubierto que fui una insensible sin escrúpulos, a pesar de ser mujer, algo que no está en el guión.
Estés donde estés, ¡Hasta Siempre!



1 comentario:

  1. Ya no estoy, o ya no soy, ¡qué más da! todo pasó y nada volverá a ser lo mismo.

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