lunes, 25 de abril de 2011

Seis Cuerdas, Manos Lentas

Fue comparado con Dios, y en su 33% de genio como parte del mito Cream arrasó en los escenarios  con la Música como concepto único, esas largas jams de tres solistas prodigiosos, fue idolatrado como el mejor guitarrista del mundo cuando, ya como líder indiscutible de otra banda genial, sus Derek And The Dominoes, cambió los conceptos musicales de principios de una década; fue de los primeros que creyó en crear grupos de genios, los ya mencionados y otra joya para la historia, Blind Faith, bandas gloriosas que se descomponían por el choque de los inmensos egos que los formaban, encandilando a todos con sus incansables solos donde los dedos se llenaban de magia y pisaban el traste de la preciosa “Stratocaster” que se convertía en la prolongación del Músico.
Eric Clapton, el gran “E.C.” nació para ser músico, y ha sido durante décadas músico, parte de ese grupo de elegidos que le han idolatrado por ser un creador inmenso, el mismo grupo que en su época más oscura, cuando olvidó que la Música era su vida, le rescató para volver a dar lecciones sobre los escenarios, borracho aún de sí mismo y ante quien podía de nuevo encumbrarlo, su público.
“Layla” surgió de nuevo de sus dedos, y las “manos lentas” recorrieron el mástil para hacer que todo el estadio se pusiera en pie, su voz rasgada se recordó a sí mismo y con los ojos aún cerrados por su propio yo deleitó como sólo él sabía hacerlo, con Música.
Comenzó de nuevo cual “Ave Fénix” sin ser el mismo, ya no se ahogaba en su propio vómito mientras creaba enormes punteos de miles de minutos, pero arropado por músicos con una calidad que te pueden llevar hasta donde quieras, tomó los escenarios en esas décadas en las que ya no era Dios, pero sí un músico con una calidad tremenda.
Cantante personal, con una voz que se ajusta a los cánones de lo que crea, guitarrista único, escritor de temas eternos, engendrado por el blues y nacido de la escuela de esos grupos que en la Inglaterra sesentera llevaron al viejo continente la Música de una raza despreciada al otro lado del océano, cuando marcaba la pauta con los Yarbirds y demostrada barbaridades con los Bluebreakers, su entrada en los ochenta le hizo separarse de esos orígenes, pero cuando no tenía nada que demostrar volvió a acariciar los temas eternos de los mitos lejanos, Johnson, Hooker, Waters, Buddy Guy… y se deslizó como maestro de ceremonias en festivales que encumbraban las seis cuerdas más allá de las estrellas.
No es lo que fue, de eso no hay duda, posiblemente dejó la pureza por otras ceremonias, pero “E.C.” dio un nuevo sentido a muchas cosas que más tarde hicieron otros, y aún hoy, cuando se permite subir al escenario y deja la vieja guitarra para “atrapar” un blues de setenta años atrás, la gente vibra, y esa misma gente aún se pone en pie si los sones de “Layla” rasgan el silencio.
Fueron muchas horas de deleite, muchos años de amor, quizás por eso puedo perdonar que “E.C.” el mito de las seis cuerdas, “Slow Hands”, me haya dejado hace tiempo, porque lo que me queda de él es tan inmenso…

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