jueves, 21 de abril de 2011

The Man

Cuando alguien, bendito él, me presentó a Van Morrison, supe que mi sentimiento por la belleza había cambiado. Aún hoy, más de treinta años después, esa belleza sigue inundando mi alma cuando le escucho. 
No es mucho lo que quiero decir sobre un artista como él, pero sí es cierto que me sale del alma, porque la Música de Van "The Man" Morrison se instaló en ella y afortunadamente no ha salido aún.


Las gaitas tocan a lluvia, el viento de las flautas silva en el bosque, las armónicas peinan los campos, los sonidos se muestran infinitos en los acantilados, la lluvia cae intensamente y sus cambios de intensidad provocan baile, la tormenta se cierne sobre los campos verdes y se concentra en un solo lugar, la garganta del hombre que es el cantor del siglo, la garganta rasgada por los sufrimientos de un alma dotada e incomprendida, el poeta de los prados.
Se dejó enseñar por una madre enamorada del piano, y se abandonó a la escucha de los viejos mitos del blues a través de los discos de su padre, pero pronto emprendió su viaje solitario, a través de los pentagramas imaginarios que sólo fluyen en su mente privilegiada, y le llamaron "The Man", pero simplemente es él, Van Morrison, el hombre, la furia hecha Música, la pasión desbordada por los sonidos. Llegó rebelde y se enroló melenas al viento con cuatro críos más hacia la tierra prometida, pero sólo emprendió el viaje hacia su “Caledonia” imaginaria cuando desenganchó su cuerpo y siguió solo su destino.
Enseñó sus garras de león herido a todos aquellos que querían encasillarle en alguna de las miles de estrategias comerciales que como si de la biblia se tratase imponían a todo aquél que quería crear, como él, magia del silencio, y se convirtió en un maldito, y eso nos trajo al genio, al mito, al hombre que crea imágenes con sus temas y grita al viento historias con su garganta, esa que nos hace escuchar la privilegiada voz que ruge, la misma que acompaña con su guitarra, al piano, apurando el aire que permite al saxo la calidez de la sensualidad hecha Música, la misma de donde surgen los furiosos gemidos para que la armónica hable, emitiendo sonidos que son más que Música, son jadeos que te hacen sentir que estás dentro de lo que te da, porque la Música de Morrison es como la niebla que cae en una mañana de otoño, te envuelve para que no puedas ver más allá de lo que realmente este cantor, creador y vidente de los pentagramas, ofrece, pero nunca te sientes perdido, porque su Música es una guía para viajar por los infinitos parajes de su mundo imaginario, aquél que le ha hecho ser uno de los más grandes autores durante más de cuatro décadas de gloria y creaciones.
Convencido de que él debe ser quien lo entregue, es el absoluto director de su obra, desde los lejanos tiempos de ese trallazo que rompió todos los esquemas de la Música, su ópera prima llamada "Astral Weeks", en la cual creó un estilo tan propio que nunca se le ha podido encasillar, para seguir con esa primera época de lujuria creativa que nos entregó barbaridades como "Moondance", "His Band...", "Tupelo Honey", "Saint Dominic's Preview"... con una banda que era un reloj de precisión, y el maestro al mando, rugiendo en esos silencios celestiales que cortan el aliento, gritando furioso cuando su garganta llega a cotas imposibles con insultante facilidad, "El León de Belfast" un apelativo que hace justicia a su espíritu indomable.
Este irlandés de pura cepa tiene en sus genes la tradición por la Música de calidad, y lleva más de cuarenta años demostrándolo; cada obra creada en una vuelta de tuerca en la dificultad por superar lo que casi nadie puede imaginar, porque Morrison crea y lo simple desaparece, su calidad como instrumentista que domina las cuerdas, el viento, la percusión y lo que quiera, le hace tener en su mente el concepto global de la Música, y ésta le entiende, y derrama en el pentagrama vómitos de desesperación que terminan siendo obras maestras de creatividad musical.
Amo la Música con mayúsculas, por eso amo las creaciones de este hombre que no necesita nada hace demasiado tiempo; para los que hemos tenido la suerte de paladearlo en un escenario, entregado con sus ojos tornados y sus silencios sólo rotos por el deseo de alguien en gritarle ese amor, nos hemos dejado penetrar por la magia que desprende, acompañado siempre por Músicos que crean lo que él ya ha creado, excepcionales profesionales que sólo por serlo pueden atreverse a estar al lado de este monstruo de la  escena.
Van Morrison no venderá nunca millones de discos, en contadas ocasiones ha actuado en inmensos estadios o magnos espacios abiertos, su Música es para disfrutarla en el silencio de una noche de amor, una caricia cercana, degustando una delicatessen que sabes te va a provocar el mayor de los placeres, porque este hombre, que buscó Caledonia como la tierra prometida y ahora esconde su rostro tras unas gafas oscuras y un sombrero calado está tan lejos de lo habitual cuando crea, que todo lo que da sugiere ese placer que buscas cuando el amor es lo único que te lleva.
Van "The Man", paseándose por décadas de gloria musical, más instrumentales a veces, más vocales otras, más... todo lo que un genio puede permitirse sin turbar para nada un ápice de su magia al llegar a los sentidos de quien le escucha, verdaderas experiencias casi místicas que te transportan a niveles de éxtasis sensorial.

"Allá arriba, en la Tierra de los Sueños, donde todo es posible a través de la Música"

1 comentario:

  1. Cuando se lee algo escrito con tanta pasión el contagio se hace inminente. Sé que lo tengo. Voy a por él.

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